‟Siempre sé el centro de tu universo, nunca permitas que alguien ocupe ese lugar.
Si decides hacerlo, que sea compartido”
CAPÍTULO 8
KEPLER 22B
Mientras me adentro en el espacio, las estrellas brillan
con más fuerza, los cometas pasan de largo diciendo
adiós, rumbo a Kepler 22b, estoy preocupado, este
sector está rodeado por asteroides de composición
diversa, chocando unos con otros, no es fácil
atravesarlos. En una nave como la de Estela y
Brandon será una tarea difícil.
Finalmente, logro ver el planeta, en realidad no es un
planeta como tal, es una luna que orbita un gigante gaseoso, tiene su
propia atmósfera, su propio anillo de asteroides compuesto en su mayoría por
fragmentos de hielo que al recibir la luz brillan con intensidad.
Kepler tiene tres satélites, la estrella que orbita es de color azul. Está formado casi
en su totalidad por agua. Rodeado por un único océano, al centro, se encuentra un
gran continente.
Al penetrar la atmósfera, que curiosamente es de un color morado brillante, me
dirijo hacia la gran masa de tierra. Me detengo en una vasta región boscosa de
vegetación exuberante, aunque a lo lejos veo un decadente asentamiento de algún
tipo. Lo más destacable es una torre que recordé de las imágenes en los monitores
del centro de control en la NASA, ¡este lugar parece haber estado habitado por
humanos!
Aterrizo y miro hacia el cielo, es hermoso, al fondo se encuentra el enorme planeta,
veo dos de las lunas de Kepler, la otra supongo que en este momento no es visible.