Luego de eso apagó la radio y ordenó a Samuel a que subiera.
—Morgan... ¿Qué... haces? —preguntó Sam mientras subía al
vehículo, muy sorprendido de escuchar el falso informe.
—Tenía que hacerlo... —Morgan tomó el volante y comenzó a
acelerar saliendo rápidamente del lugar—. Esto nos dará un margen de
veinte minutos antes de que los demás policías pudieran llegar a la zona.
»Presumo que fueron alertados por los vecinos que vieron lo
ocurrido. Ahora tenemos un 57 % de posibilidad de escapar. Si no daba ese
informe, nuestras probabilidades se reducirían a solo un 20 %... Ya me lo
agradecerás luego.
Samuel, con los ojos muy abiertos y aterrados, miraba a Morgan sin
entender cómo es que pudo cambiar tanto en cuestión de minutos, hasta el
punto de que incluso se expresaba diferente. Morgan continuó hablando
fríamente con su mirada aún vacía, mientras atravesaban la decimoquinta
calle.
—Para nuestra suerte, deduzco que al detective Cleman le gustaba
trabajar solo, por lo que posiblemente no reportó su ubicación. Esa es una
actitud típica de los que quieren recibir todo el mérito. Aunque tal vez
simplemente no confiaba en la capacidad de sus otros compañeros, pero
ahora ya no importa, su ingenua determinación terminó favoreciéndonos.
Samuel lo escuchaba atentamente, cada vez más confundido.
—Morgan... ¿Quién... eres?
Él comenzó a explicar.
—“Morgan Caluti” es solo un contenido más dentro de este
organismo. Él no puede vivir sin mí, y yo no puedo vivir sin él. Dicho de
otro modo... Ambas personalidades coexistimos en el mismo cuerpo. Yo
nací en un laboratorio militar hace aproximadamente dos años.
››Soy el resultado de experimentos químicos y alteraciones
genéticas que fueron realizados en Morgan a nivel neuronal. Poseo
conocimientos bélicos, y conozco más de sesenta y siete formas distintas de
matar en combate cuerpo a cuerpo.
—¡Espera, espera, espera! ¡Más despacio! —dijo Samuel
confundido.
Morgan continuó.