Esmeralda se acercó a Morgan, quien miraba sus propias manos con
el ceño fruncido. Sam y Boldort veían la escena a unos metros.
—Morgan... —dijo apoyando su mano sobre el hombro del chico.
Entonces agregó—: No espero que confíes en mí, ni que apruebes mis
acciones, sin embargo, sí te pediré que me ayudes. Sé que tenemos
motivaciones diferentes y que hacemos las cosas de distintas maneras. Pero
sinceramente yo no podré hacer esto sola, porque por más inteligente que
fuera, jamás habría llegado hasta aquí si no hubiera cooperado con otras
personas.
Esmeralda miró hacia Boldort y Samuel. Ella seguía apoyando la
mano sobre su hombro.
—Con el poder que llevas dentro, con mi inteligencia, y con la
influencia política de Boldort... quizás así podríamos detener a Caluti.
—¡Yo!... ¡Yo también estoy aquí! —Interrumpió Samuel con
firmeza, aunque todavía con cierta timidez en la mirada.
Ellos lo miraron. Esmeralda sonrió por primera vez, se acercó a
Sam, y estando frente a él, se recogió el cabello deslizando los dedos detrás
de su oreja. Luego acercó sus labios a su oído, y susurró: te llamas Samuel,
¿verdad?... Espero que podamos trabajar juntos.
Él se sonrojó al instante y sintió un cosquilleo en sus genitales; era
la primera vez que una chica le hablaba tan de cerca. Desde esa distancia
pudo oler el perfume de su cuello; ella olía a flores.
—¡E-Es... Estaré encantado! —exclamó titubeando y con la cara
enrojecida.
Aunque Sam también pensaba seriamente.
Quizás este sea uno de sus tantos métodos de manipulación, pero
estoy dispuesto a ceder... si eso me permite volver a ver su hermosa sonrisa
y escuchar su dulce voz.
Ella apartó sus labios de él, luego lo miró con esos ojos verdes
hipnotizantes.
—Hmmm. Ahora que te veo más de cerca... eres bastante apuesto.
Samuel inmediatamente volteó avergonzado sin decir una palabra.
Simplemente le dio la espalda tratando con todas sus fuerzas de que los
demás no se hayan percatado de lo que le ocurrió en su entrepierna.