Ella se acercó al cuerpo y tocó su piel, comenzando a palpar cerca
de sus costillas. Se suponía que Morgan debía tener una herida abierta, pero
lo único que veían era una cicatriz pequeña. No hubo daño alguno a
excepción de la sudadera negra que tenía un enorme agujero. El humo ya se
había dispersado casi por completo.
—Increíble. ¿Acaso... esto es posible? Solamente tiene una leve
cicatriz —dijo ella. Tomó a Morgan de uno de sus brazos, y mirando a
Samuel, ordenó—: Llevémoslo. Debemos hacerlo sentar en la silla. Le
inyectaré la sustancia.
Samuel asintió con los ojos bien abiertos. Agarró a Morgan del otro
brazo. Mientras se acercaban al sillón, Esmeralda inclinó la vista en
dirección a Boldort. Él todavía estaba arrodillado y en estado de shock.
—¡Boldort! ¡Oye! ¡Raxán estúpido!
Él no respondía, así que ella gritó con mucha más fuerza.
—¡¡Borracho inútil!!
—¿¡Eh!? ¿Qué?... —Boldort volvió en sí. Este miraba sus manos,
un poco atontado—. ¿Qué... sucedió?
Él lentamente volteó la vista hacia los chicos, quienes ya habían
acomodado a Morgan en la silla.
Necesito que estés concentrado. ¿Puedes venir a ayudarnos? —
preguntó Esmeralda.
El hombre se levantó y se acercó hacia ellos, dando pasos lentos y
cautelosos mientras miraba directamente a Morgan.
—¿Por qué... me atacó?
—Era FARAC —respondió Samuel.
—Pero lo detuve y estás vivo... Así que ya olvídalo. Además,
Boldort, observa esto... —Esmeralda inclinó levemente el cuerpo de
Morgan y se lo mostró—. Su herida ha sanado por completo.
—Él lo logró... —Boldort se veía emocionado y atónito a la vez—.
Caluti logró hacer que uno de los descendientes lo desarrollara.
—¿Te refieres a... eso? —preguntó ella con frustración en su mirada.
—Así es —afirmó el Raxán tragando saliva.
Samuel los observaba sin entender nada.
—¿De qué están hablando? ¿Qué es lo que Caluti logró desarrollar?