—Señor Caluti... —El mayordomo entró en la oficina de la
mansión—. Llegó una notificación de la universidad Atle; se trata de su hijo
Morgan.
—Entiendo, gracias Alfred.EL JUICIO ESTUDIANTIL
Luego del suceso, los directivos de la Universidad citaron al señor
Caluti. Los padres de los jóvenes y los de Bárbara, con sus abogados y
médicos de familia, también asistieron a la reunión, que se llevó a cabo diez
días después del incidente. Todos estaban presentes, excepto los cuatro
jóvenes que seguían hospitalizados. En el centro del salón, había una mesa
larga con un proyector holográfico colgado del techo.
El ambiente estaba cargado de tensión. Hombres con el rostro
ensombrecido, madres llorando en silencio, los directivos de Atle
preocupados. Bárbara estaba sentada junto a sus padres, el cabello
desordenado y la mirada perdida. Su madre la abrazaba con lágrimas,
mientras su padre fulminaba con la mirada a Morgan, que se hallaba frente
a ellos junto a Caluti y su abogado. El director inició la reunión solicitando
que se abrieran las cortinas de las ventanas.
—Buenos días, damas y caballeros. Como es de su conocimiento,
hemos convocado esta reunión para esclarecer un hecho lamentable que
tuvo lugar en nuestra universidad hace unos días, y en el que sus hijos se
han visto involucrados.
—¡Solicito una explicación! —exclamó uno de los padres,
golpeando la mesa.
Comprendemos su preocupación y les aseguramos que estamos
trabajando arduamente para llegar al fondo de este asunto —dijo el director,
tratando de calmar los ánimos y secándose el sudor de su rostro con un
pañuelo—. Por favor, permítannos explicarles los detalles de lo que
sabemos hasta el momento.
A continuación, solicitó que se apagaran las luces y se encendiera el
proyector para que se mostraran varias diapositivas, las cuales serían
explicadas por el secretario.