—¿Q-Qué... acabas... de decir? —preguntó el joven con los ojos
bien abiertos.
Esmeralda y Samuel también quedaron atónitos al escuchar esa
revelación. Morgan miró a Kun y a los gemelos con preocupación. Caluti
continuó hablando.
—Tranquilo, no es como que vayan a explotar y volar en pedazos.
No, no, no, no, no, no, no... —El magnate negaba con su dedo índice, luego
apuntó a su propio pecho y agregó—: Simplemente son unos chips ubicados
en las arterias de sus corazones.
››Cuando estos se activen, producirá en ustedes un paro cardíaco; lo
que supondrá una muerte segura.
—Este maldito imbécil —comentó Esmeralda asqueada.
La chica era consciente de que con esa noticia sería imposible
vengar a sus hermanos, aunque también pensó en la posibilidad de que
Caluti estuviera mintiendo con el fin de protegerse a sí mismo. Con eso en
mente, Esmeralda concluyó que no debían arriesgarse en comprobar su
veracidad. El padrastro siguió hablando.
—No es solo eso, Morgan, quizás pienses que soy un monstruo,
pero no soy tan injusto. Solo lo hice como una garantía para mi
supervivencia.
››De hecho, hay dos maneras de activar las bombas; la primera es
pulsando el interruptor que está oculto en alguna parte de mi cuerpo.
—¿Y la segunda? —preguntó él sin perder el tiempo.
—La segunda manera es... —Caluti lo miró y sonrió—. con mi
propia muerte.
Morgan frunció el ceño, todavía más sorprendido.
—¿Qué quieres decir con eso?
El magnate, luego de suspirar profundamente, finalmente confesó.
—Yo también tengo un dispositivo pegado a una arteria coronaria.
Aunque, con la particularidad de que, si por alguna razón mi corazón se
detuviese, este automáticamente enviará una señal a los dispositivos que
están dentro de ustedes, y de esa manera... sus chips serán activados al
instante.