—No maquilles la información —dijo Caluti con el ceño fruncido.
Entonces, añadió—: Celia, tú y yo sabemos que no se trataba solamente de
criminales. ¡Di la verdad para que todos se enteren de la clase de basura que
los gobierna!
Ella suspiró profundamente.
—Ta... —La mujer tragó saliva y comenzó a temblar—. También
reclutaron a personas con enfermedades terminales, a dementes y a
discapacitados.
Kun cayó de rodillas al escuchar eso, y Samuel sintió náuseas al
entender las implicancias de tan despreciable acción. El chico era
consciente de que tanto su hermanito Uriel como su querida abuela, poseían
una discapacidad, y sabía lo doloroso que era ser considerado una carga
simplemente por tener limitaciones físicas.
En su empatía con los pigmentados, el joven no entendía cómo los
Raxanes pudieron llegar a cometer esa atrocidad. La gobernante titubeó y se
excusó.
—¡P-Pe... Pero! Ellos pensaron que era innecesario el gasto público
destinado a esa gente, así que decidieron librarse de la carga.
—¡¡Malditos hijos de perra!! —gritó Lucas escupiendo al suelo
manchado de vómito.
Todos, incluyendo la periodista y los policías, ignoraron el alarido
impotente del gemelo, porque ni siquiera ellos sabían cómo reaccionar ante
esa cruda revelación. Celia intentó defenderse.
—¡Lo hicieron por el bien de nuestros ciudadanos! ¡Comprendan!...
¡Tan solo cinco años después descubrieron la vacuna!, ¡y lo consiguieron
luego de muchos experimentos fallidos!... ¡Después de muchos lits
invertidos!
››¡Fue un gran logro para la humanidad! ¡Es más!... ¡Ese mismo año
se dispusieron a distribuir las vacunas en todas las regiones del sudeste y
suroeste!
A la mujer se la veía cada vez más alterada, con una sonrisa perdida
que rozaba a la locura.
—¡Se... Se procedió a vacunar a cada habitante vulnerable del país!
¡De esa manera logramos erradicar por completo la enfermedad! Y una vez