—Miren, señores, estas son imágenes actuales de Paronia, están
siendo captadas por mis cámaras —dijo Esmeralda al señalar la pantalla.
Lu y los policías observaban con lamento el aspecto de la isla; veían
a miles de cadáveres repartidos por calles, parques y callejones. Observaban
edificios y vehículos de todo tipo envueltos en llamas, siendo rodeados por
ambulancias y camiones de bomberos que luchaban por aplacar el fuego,
eso, mientras socorrían a los pocos sobrevivientes de la masacre. También
veían a institutos, comercios e incluso algunos hospitales, totalmente
destrozados y reducidos a escombros.
Esa misma suerte fue la que sufrieron las universidades Atle, Doctan
y Lupedia. A todo eso se le sumaba la presencia de animales salvajes que
habían escapado del zoológico; tigres, leones, osos y varios otros
mamíferos más pequeños. Esas bestias también terminaron siendo víctimas
del fuego cruzado mientras intentaban huir o devorar personas. Aunque
muchos de esos depredadores murieron, todavía quedaban algunos
merodeando la isla.
Algunos pigmentados, evidentemente más inteligentes y crueles que
el resto, habían sido muy creativos a la hora de matar y torturar; pues se
veían cuerpos de civiles colgados en los postes de iluminación.
—Esta desolación no tiene precedentes —dijo Belton bastante
perturbado.
—Sí lo tiene... —Le refutó Esmeralda secamente. Luego añadió con
frialdad—: Ocurrió algo similar hace doscientos años.
Todos callaron sin saber qué decir. Ella activó su pulsera.
—Observen, mi nube siguió recopilando información de las distintas
redes, pero con la particularidad de que todas estas ya se han unificado.
Aunque... —La chica tocó la pantalla flotante e hizo un acercamiento del
mapa con sus dedos—. En estos últimos dos días ya no se ha publicado
absolutamente nada de la isla.
—¿Lo dices en serio, niña? —preguntó Cleman con muestras de
incredulidad.
—Sí, y no es solamente en Paronia... También desaparecieron todas
las publicaciones de Lamkar, de Limaria y de las demás regiones del norte.