—¡Papá! ¡Ya estoy cansada de caminar tanto! ¡¡Y estas maletas
pesan mucho!! —protestaba Abigail ya bastante exhausta.
Ellos habían llegado a un sitio cerca del puerto de Gani. El lugar era
muy concurrido, así que caminaron hacia una zona más despejada.
—¡No te quejes, Abi! —Le reprochó su padre con el ceño fruncido.
Este se excusó, diciendo—: ¡No es mi culpa que el tren bala haya estado
clausurado temporalmente!...
››¡Y tampoco es mi culpa que tuviéramos que viajar durante dos
días seguidos! Además, agradece que nos pudimos hospedar en Estrexia y
en Krama.
El hombre ayudaba a su esposa a colocar las maletas sobre un banco
ubicado en una pequeña zona de descanso, la cual tenía una hermosa vista
al mar. Había cuatro asientos en total y todos ya se habían cambiado de
ropa; Zilak llevaba una camisa de color naranja, con pantalones grises y
zapatos negros. Su esposa Susan tenía una remera blanca con bermudas
celestes y sandalias marrones. Abigail vestía una remera verde, un short
azul con unas zapatillas negras. El atuendo de Cloe consistía de una blusa
blanca con flores amarillas, un pantalón marrón claro y unos calzados de
color blanco.