EUMARIA

(AV) #1

tanta fuerza que incluso logró arrancarle el dedo pulgar.


La joven comenzó a gritar de furia y de dolor mientras que Návila
escupía su dedo a un costado. Ella también aprovechó para estirarla del
cabello con la poca fuerza que le quedaba, aunque la otra permanecía
encima sin ninguna intención de ceder.


Esmeralda la maldecía asegurándole que no se libraría tan
fácilmente de ella, eso en tanto presionaba su mano para tapar la
hemorragia. En ese momento Návila agarró una piedra de entre los
escombros y le propinó un fuerte golpe en la cabeza, logrando hacer que la
joven cayera a un costado.


Un poco aturdida por el golpe, Esmeralda miró a su alrededor
intentando divisar a su enemiga, pero la sangre mesclada con sus lágrimas y
su sudor hacía que su vista se viera borrosa. Además de eso, el dolor en la
cabeza y en el dedo cercenado no la dejaban pensar con claridad. Justo en
ese instante se escucharon nuevamente muchos disparos y explosiones.


Návila empezó a toser con dificultad y un poco aliviada. Esta llevó
ambas manos a su cuello mientras intentaba recuperar el aliento. Luego de
unos minutos pudo respirar normalmente, entonces volteó desesperada en
dirección a Esmeralda, quien sostenía un pedazo de vidrio roto y
puntiagudo.


La joven se lo clavó en el hombro sin mediar palabra, por lo que
Návila comenzó a gritar y a retorcerse de dolor, eso mientras que Esmeralda
apretaba más y más el trozo de vidrio contra ella. Incluso lo hacía sin
importarle el corte que también se formaba en su propia mano.


Ella, movida por la adrenalina y el odio que sentía, solamente
pensaba en penetrar aún más la carne de la mujer, quien en ese punto ya
estaba completamente desesperada, así que le propinó un cabezazo en la
misma zona en donde anteriormente la había golpeado con la piedra.
Debido a eso, ambas quedaron muy heridas una al lado de la otra.


Návila estaba boca arriba con el vidrio todavía clavado en el
hombro. Esta ya no tenía fuerzas, no era capaz de moverse y tampoco podía
ver nada debido a la sangre en su rostro. Aun así, abrió lentamente los ojos
y divisó una silueta borrosa parada junto a ella; era Esmeralda, quien
rápidamente le sacó el pedazo de vidrio del hombro y se lo clavó en el ojo
derecho, dejándola inconsciente al instante.

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