—¿Esta es la maldita mujer que mató a mi padre? —preguntó
Abigail con lágrimas y mucho enojo.
—Sí. Ya... está... muerta —respondió Esmeralda sin poder mover su
cuerpo.
—Me alegro —dijo Susan con el ceño fruncido.
Todos escucharon unos ruidos extraños desde el cielo. El sonido se
hacía cada vez más fuerte a medida que se acercaban. Entonces observaron
entre las nubes a tres máquinas voladoras negras y con hélices.
—¡¡¿Qué demonios son esas cosas?!! —preguntó Cleman
estupefacto.
Esa era la primera vez que ellos veían helicópteros. De pronto
vieron a muchos militares saltar mientras abrían unas bolsas en el aire. El
grupo tampoco sabía nada acerca de los paracaídas que se fabricaban en el
mundo antiguo.
Los soldados cayeron en la entrada del bosque, a un kilómetro de
Morgan.
—¡¡Esmeralda, ven!! ¡¡Debemos irnos!! —exclamó Lu cargándola
en sus brazos para huir del lugar.
Ella se encontraba muy exhausta, así que pidió a Lu que guardara el
SRI. El gemelo obedeció e inmediatamente comenzó a correr con la chica
en sus brazos, luego ordenó a su hermano.
—¡Lucas! ¡Ve por Morgan y Kun!... ¡Nos encontraremos en el
callejón!
—¡Iré ahora mismo!
Al cabo de unos minutos, vieron volver a Lucas con su casco
desactivado, y cargando a Morgan en la espalda.
—¡¡Hermano!! —gritó Cloe desesperada.
—¡¡¿Y Kun?!! —preguntó Lu cargando aún a Esmeralda.
Lucas negó con la cabeza mientras lloraba, y al observar sus
lágrimas, Lu entendió que Kun no lo había logrado. Este miró al suelo y se
lamentó profundamente. En ese momento todos corrieron varias cuadras y
dejaron atrás a lo que quedaba de la vieja fábrica.