miraban al viejo con una mezcla de asco e indiferencia. Caluti llevó el puño
a su boca, y luego de toser, les habló.
—¿Dónde estuvieron todo este tiempo?... ¿Escondiéndose como
ratas? ¿Sabían que el chico al que mataron en el pasillo... tenía una pequeña
hermana que lo esperaba en el hospital? ¡Esas personas tenían sueños y
met...
Esmeralda le propinó una patada en el hombro sin dejar que
terminara de hablar. La silla de ruedas se volcó y Caluti se tumbó
violentamente contra el piso, cayendo además el retrato de Suria y Kevin.
Desde el suelo, mientras se retorcía de dolor, el viejo veía las manchas de
sangre que había escupido sobre la alfombra blanca.
Morgan volvió a colocar correctamente la silla de ruedas, sin decir
absolutamente nada. Ella procedió a tomar al magnate de su hombro y de su
cabello, sentándolo de nuevo en el asiento. Luego, sujetando su desfigurado
rostro, lo miró a los ojos con furia.
—¡¡Escucha, maldito anciano decrépito!!... ¡¡Si fuera tú... me
ahorraría ese discurso cínico y de doble moral!!
Caluti entendió que la mujer frente a él no se encontraba de ánimos
para sus viejos monólogos. Los ojos de Esmeralda estaban más verdes que
nunca, y solamente buscaban una cosa; venganza.
—¡¡Está bien!!... ¡¡Está bien!! —dijo torpemente mientras tosía
adolorido con la voz raspada.
El viejo desvió lentamente la vista hacia Morgan.
—¿Y qué le ocurre a él?... ¿Por qué no habla?
La mujer suspiró profundamente y soltó a Caluti. Ella se acercó al
limario y apoyó la mano sobre su hombro.
—Morgan..., mejor explícaselo tú mismo.
El hombre tenía la mirada apagada, y luego de observar sus manos
sucias por la sangre de sus víctimas, comenzó a explicar.
—Yo... siento vergüenza de hablar con las personas que mataré.
Todos tus empleados... Yo tomé la vida de todos ellos. Por esa razón no me
digné a hablarles... Me quedé callado por respeto a sus almas.
››Caluti, después de todo lo que presencié en estos últimos años,
entendí que cada persona tiene una historia que contar. Comprendí que no