—¿De mí? —preguntó él.
Hubo un silencio extraño entre los dos. Esmeralda acercaba
lentamente su rostro hacia Morgan, mientras que este miraba sonrojado los
labios de la hermosa mujer que estaba a su lado.
—¿No tienes a nadie en mente?... ¿No hay alguien especial en tu
vida?
—Yo... —El limario también acercó sus labios a los de Esmeralda,
pero justo antes de darse un beso, él se levantó rápidamente—. ¡Yo tengo
que hacer algo!
Ella miró confundida a Morgan, quien tomó con prisa su brazalete
del escritorio y luego la animó amablemente.
—¡Y tú tienes una cita pendiente con Návila!
—¡T-Tienes razón! —contestó Esmeralda levantándose también del
suelo con la cara roja de vergüenza.
—Puedes decirles a los chicos que el trabajo está hecho. Es mejor
que vengan a limpiar este desastre cuanto antes.
—Está bien, pero... ¿Ya te vas?
—Sí. Esmeralda, creo que este es el adiós. —Morgan le extendió la
mano en señal de despedida—. Fue un honor trabajar todos estos años a tu
lado. Ahora te espera un largo trabajo que hacer.
››Por favor, convierte a Eumaria en una sociedad sustentable. No
busques que sea una nación perfecta, o de lo contrario la conducirás a su
destrucción.
—Ya lo sé. Yo misma fui quien te enseñó esa paradoja.
Nuevamente hubo un silencio incómodo. Él seguía con el brazo
extendido.
—Supongo que después de todo irás a ese lugar que tanto te inquieta
—dijo Ella mirándolo directamente a los ojos. Luego añadió—: ¿No hay
manera de que pueda hacerte cambiar de opinión?
—No —respondió Morgan tajantemente, pero con una amigable
sonrisa.
—Está bien, amigo... —Esmeralda le dio el apretón de manos y
rápidamente lo abrazó—. Te extrañaré mucho. ¿Te despedirás de los chicos
y de tu hermana?