El hombre, cruzando al lado del gemelo, avanzó unos pasos hacia
ella. La mujer quedó atónita al ver a la vieja silueta.
—¡Estás tan mandona como siempre, niña!
—¡¡Qué carajos!! —exclamó ella.ESE MISMO DÍA│REGIÓN DE ASTORIU
Morgan estaba parado en medio de dos Orains frente a la entrada del
búnker, a la altura de una montaña rocosa. Los colosos lo habían guiado
hasta allí después de que el limario les haya insistido por días. Había nubes
grises en el cielo de Astoriu, como presagio de la tormenta que se
avecinaba. El cielo era tan gris, que incluso el resplandor del sol quedó
completamente opacado por las nubes.
—Bien. Es aquí... ¿Satisfecho? —preguntó uno de los titanes.
—Sí, muchas gracias —respondió Morgan.
El otro gigante se veía muy preocupado.
—Diablos, pareciera que el cielo nos comerá vivos... Esto me causa
un mal augurio... ¡Limario! ¡Ya te hemos complacido!... ¡Ahora debemos
irn...
—¿No se ha abierto por más de 600 años? —preguntó Morgan,
interrumpiéndolo.
—No. Está prohibido —dijo el orain sin tapujos.
—Bueno... —El limario se acercó a la puerta y giró el volante
metálico—. ¡Eso se acabó!
—¡¡¡Espera!!!... ¡¡¿Qué demonios ha...
Morgan abrió súbitamente la entrada del búnker, entonces se activó
una potente alarma que sonaba continuamente, y solo unos segundos
después, desde el interior, salió una daga a toda velocidad, la cual atravesó
el pecho de Morgan y perforó su corazón.
El sonido se detuvo y el limario empezó a retroceder lentamente,
con una expresión de desconcierto en el rostro, eso mientras llevaba ambas
manos a su pecho ensangrentado. Trastrabilló varias veces ante las miradas