UN SALVADOR PARADÓJICO
Dos mundos e historias paralelas se formaron ahí; uno subterráneo y
otro en el exterior. Cada uno con sus problemas y conflictos particulares,
conflictos que se vieron marcados por el odio, la discriminación, el miedo a
lo desconocido, la mentira, la falta de entendimiento, y el instinto de
supervivencia.
Estos mundos eran inaccesibles entre sí. Los del interior del búnker
fundaron un pueblo, y lo bautizaron “Torek”. Estos fabricaron un sistema de
defensa y alarma, el cual inmediatamente se activaría en el caso de que la
puerta fuese abierta. Dicho sistema lanzaría a toda velocidad una daga hacia
el exterior, siendo capaz de atravesar a cualquiera que estuviera en su
trayectoria.
La entrada nunca había sido abierta, pero en el año 628 d. del p. R,
un hombre llamado Morgan Dezval fue el nexo entre ambos mundos. Aquel
héroe limario abrió el viejo búnker, y se convirtió en la primera víctima de
un odio que se alimentó por cientos de años.
Paradójicamente, aunque Morgan fue quien ayudó a dar la paz a
Eumaria, también fue el principal responsable de desatar el nuevo ciclo de
odio. Después de todo, según palabras del limario: “la guerra y la venganza
son atributos que están y estarán presentes muy profundamente en la
naturaleza del ser humano”.