Morgan quería redimirse de alguna manera.
—Qué extraño... Él nunca mencionó nada —dijo Esmeralda.
—No lo haría. Sus ideas iban completamente en contra de la paz que
LA UNIÓN buscaba. Si el chico confesaba lo que realmente pensaba, eso
desmoralizaría a mucha gente.
—¿Y qué hay con usted?... Pues, mencionó que también cambió de
parecer —preguntó Lu.
Boldort contestó apenado.—Posteriormente, me negué de manera rotunda a volver a Astoriu.
He visto con lágrimas cómo Francisco eliminó todo mi linaje, y lo hizo
simplemente porque habían muerto las dos personas que más amaba.
››Con eso en mente... ¿Ustedes creen que los grises nos perdonarían
por esa vil traición? Ellos han estado esperando por siglos para vengarse...,
y Morgan les dará el acceso a nuestro mundo.
—¡Carajos! ¡Ese infeliz!... ¡Después de todo lo que hemos luchado!
—Esmeralda estaba muy furiosa—. ¡Debemos detener a ese idiota!
—No. Es demasiado tarde —dijo Boldort secamente.
Lu y la emperatriz lo miraron desconcertados. El Raxán confesó con
tristeza.
—En este preciso momento..., Morgan ya habrá abierto el búnker.
—¡¡¡¿Qué carajos?!!! —La mujer tomó al sujeto de su ropa—.
¡¡Viejo inútil!! Si ya sabías lo que él quería hacer..., ¡¡¿por qué diablos no
viniste antes?!!
—Por dos razones; la primera es por petición de Morgan. Él dijo
que tú intentarías detenerlo, y este no quería luchar contra una camarada, y
la segunda... —Boldort hizo una pausa—. Es porque sinceramente creo que
el muchacho tiene razón... Solo vine hasta aquí para proponerte una
solución.
—¿Qué? —preguntó ella soltándolo y llevando sus manos a la
cabeza, como si no creyera lo que estaba escuchando.
Esmeralda cayó de rodillas en ese momento. Tanto ella como Lu se
veían muy preocupados.