Nombres como Gerardo Núñez,
apellidos como Maldonado, Sobarzo, Valdebe-
nito y apodos como “Cholo Pelé” y “Pedrito”, se
van mezclando con los recuerdos que dan
cuenta del ingreso infantil y adolescente al
mundo del trabajo, una práctica bastante
común en la época, que se explica por la nece-
sidades familiares de asegurar su subsistencia,
asociado a la oportunidad de aprendizaje de un
oficio a falta de oportunidades de educación.
“El matadero fue muy bueno para noso-
tros, porque mi niño ya ahí se fue a trabajar él,
chiquitito. Un día, le pagó don Gerardo a toda su
gente y le dijo a don Carlitos,oye " ¿y el chiquillo
que andaba aquí trabajando? ¿Para dónde se
fue?”. ¡Ya anda a buscarlo! Dile que venga a
buscar su plata. Entonces, lo vino a buscar y don
Gerardo le dijo: "Ya hueón - le dijo-, mete la mano
al bolsillo y saca todo lo que haya ahí". Y él no
quería po, ve que yo los tenía bien educaditos
a mis niños. No quería meter la mano al bolsillo.
Ya, le exigió don Gerardo, "saca todo lo que haya
ahí", le dijo. Me acuerdo que compré medio
quintal de harina, compré unas cositas y nos
sobró platita. Ahí le compré a él, en esos años,
existían mucho esas cosas plásticas que se
ponían en los pies y de eso le compré a él, unas
hawaianas plásticas. Eran unos zapatos, si se
abrochaban con pasadores, sí, así que él más
contento con sus zapatos, después ya le tomó
harto cariño al trabajo. Don Gerardo era muy
bueno ese caballero”.
Sra. Ervia Maldonado Gatica