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Lunes, 27 de enero de 2020
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“He venido para quedarme.
No estoy de paso. ¡De aquí no
me echa nadie!” Trasnochar
suele ser divertido, pero con
frecuencia acarrea conse-
cuencias desagradables. Per-
sonalmente nunca he sido
partidario de hacer muchos
volatines. Solo traigo anotada
una noche en vela, pero la re-
cuerdo muy bien... A la ma-
ñana siguiente, temprano,
me atropelló un Seat 600
mientras cruzaba el paseo de
la Castellana medio dormido.
Gracias a Dios, la chapa del
cochecillo sufrió más desper-
fectos que mi bien pertrecha-
do esqueleto de 17 años.
Las horas posteriores al
trasnoche son propensas a
los disgustos. A algunas con
suerte les pillan en un control
de la policía con más alcohol
que sangre. Se creen desdi-
chadas porque se enfrentan a
responsabilidades penales,
pero deberían agradecer a los
controladores no estar la-
mentando daños físicos y
morales irremediables. Y a
otros, que se levantaron de la
cama para evitar una crisis di-
plomática, la ronda mediática
les pilla cortejando a quien no
deben... ¡Que mala suerte!
A mis 17 atropellé a un 600
más dormido que despierto.
El maestro Ábalos, aturulla-
do por la vigilia patriótica, la
cagó, con perdón, al explicar
sus escarceos. “¡No es lo que
parece!”. La excusa de los
malos pagadores. La mentira
de los mentirosos. En su es-
cuela llevan grabado en los
genes que antes muerto que
sorprender con la verdad. Lo
primero es negarlo todo. “¡No
estuve allí! Y déjense ustedes
de tonterías. Hablemos de las
pensiones, que es el cuento
que traigo preparado”. Pero
cuando resultó que sí –que sí
estaba allí– lo era por casuali-
dad, “pasaba por allí, la chica
y un servidor sólo cruzamos
un saludo distante, aunque
educado”.
Pero la mujer, enfadada
por el trato y ofendida por la
negación, asegura que hubo
más, mucho más, aunque no
desvela los detalles para pare-
cer una chica decente. El
mentiroso se pone colorado,
pero más de ira que de ver-
güenza. “Esto no es lo acor-
dado, ¡traidora!”, grita furio-
so. Entonces pasa a la si-
guiente versión, como si fue-
ran páginas del libro gordo de
Petete: “Sí, si estuve allí. Fui a
salvar a la chica y lo conse-
guí”. “Y salvó a España”, aña-
de, por fin su jefe, tras largas
horas de intrigante silencio. Y
el pillado se crece: “Yo arries-
gándolo todo mientras uste-
des dormían. Deberían dar-
me las gracias en vez de acu-
sarme de tontear con una
descarriada. Si rebasé la ley lo
hice por España. De aquí no
me echa nadie. No soy ave de
paso, como otros. He venido
a quedarme.” Ya despierto, el
maestro Ábalos revela su se-
creto mesiánico y su inque-
brantable vocación de per-
manencia en la vida pública.
¡Que nos coja confesados!
Hubiera sido más fácil y
mejor contar la verdad desde
el principio, antes incluso de
que Vozpopuli le pillara ron-
dando a la venezolana. Pero
un pillín con esa intención de
apurar hasta la última gota
del bote no cuenta la verdad
salvo que sea inevitable. Evi-
tar una crisis diplomática es
encomiable. No hay porqué
ocultarlo, salvo que sea otra
mentira.
Ábalos pillín
LA ÚLTIMA PALABRA
IGNACIO DE LA RICA
@laultimapalabr
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El sacrificio del Falcon 9 es
el pequeño precio que ha te-
nido que pagar SpaceX para
probar que su sistema de
emergencia para astronautas
funciona de forma correcta
en situaciones extremas. Este
paso es clave en el proceso de
certificación en el que está in-
mersa la empresa y cuyo obje-
tivo es lograr la licencia que
otorga la NASA a las aerona-
ves capaces de transportar
humanos al espacio de forma
segura.
El objetivo final declarado
de SpaceX, desde que fue fun-
dado por Musk en 2002, es
hacer de la humanidad una
especie interplanetaria capaz
de viajar a Marte. El éxito de
esta prueba acerca un poco
más a la empresa a este obje-
tivo. SpaceX ya ha anunciado
que en marzo o abril llevará a
cabo el primer vuelo tripula-
do con astronautas a bordo.
Desde que en 2011 la NASA
clausurara su programa de
transbordadores espaciales,
después de 30 años en funcio-
namiento, la agencia ha otor-
gado contratos por valor de
miles de millones de dólares a
SpaceX y Boeing para diseñar
y operar vehículos para trans-
portar astronautas a la Esta-
ción Espacial Internacional.
En diciembre, fue Boeing la
que puso en órbita su nave
Starliner en una misión no tri-
pulada.
Este Programa de Tripula-
ción Comercial (CCP) tiene
como objetivo ahorrar dinero
y tiempo a la agencia, al exter-
nalizar más responsabilida-
des a las empresas privadas, y
centrar sus recursos en tareas
de investigación y nuevas mi-
siones. Además, persigue otro
objetivo algo más patriótico:
que Estados Unidos retome el
lanzamiento de astronautas
desde su territorio. El actual
administrador de la NASA,
Jim Bridenstine, se refirió a
ello tras el lanzamiento del
Falcon 9: “Esta prueba crítica
nos pone a punto de lanzar
una vez más a los astronautas
estadounidenses en cohetes
estadounidenses desde tierra
estadounidense”.
Desde que hace 9 años reti-
rara su último transbordador,
el Atlantis, el país norteameri-
cano ha dependido de las na-
ves rusas Soyuz para realizar
sus viajes al espacio. Se estima
que cada asiento en uno de es-
tos aparatos le cuesta a Esta-
dos Unidos alrededor de 80
millones de dólares (72 millo-
nes de euros).
SpaceX, un paso más cerca
de llevar al hombre al espacio
LA EMPRESA FUNDADA POR ELON MUSK HA TESTADO CON ÉXITO SU SISTEMA DE EMERGENCIA PARA
ASTRONAUTAS, UN PASO CLAVE EN SU CAMINO PARA EXPLOTAR COMERCIALMENTE LOS VUELOS ESPACIALES.
Javier G. Fernández. Madrid
Nunca antes la explosión en
mil pedazos de un transbor-
dador espacial se había recibi-
do con aplausos en el Centro
Espacial Kennedy, en Florida
(EEUU). La semana pasada,
SpaceX, la empresa de explo-
ración espacial que dirige el
fundador de Tesla, Elon
Musk, lanzó al espacio uno de
sus cohetes reutilizables Fal-
con 9, que la compañía suele
utilizar para poner satélites
en órbita o enviar material a la
Estación Espacial Internacio-
nal (ISS en sus siglas en in-
glés) en colaboración con la
NASA.
Aunque esta vez la misión
era un poco diferente. El obje-
tivo de este viaje espacial era
que todo fuera mal. A los po-
cos minutos de despegar –84
segundos exactos duró su pe-
riplo por la atmósfera–, un
error inducido en el motor hi-
zo que la nave estallara y se
convirtiera en una bola de
fuego. Todo estaba planeado.
Ese fallo en el sistema de
propulsión provocó que la
cápsula Crew Dragon, alojada
en la parte superior del apara-
to y con dos maniquíes a bor-
do, se soltara del cohete usan-
do sus propulsores para volar
hasta un lugar fuera del alcan-
ce de la explosión, estabilizar-
se, y finalmente, desplegar sus
paracaídas y descender de
forma segura sobre el océano
Atlántico. Misión cumplida.
Una vez allí, los equipos de
rescate de SpaceX y la Fuerza
Aérea de Estados Unidos si-
mularon cómo habrían resca-
tado a los futuros astronautas.
Antes de explotar, el
cohete Falcon logró
expulsar con éxito el
transporte dónde
irían los astronautas
La firma de Elon
Musk depende de
una licencia de la
NASA para llevar
personas al espacio
Cohete Falcon 9 fabricado por Space X.