SUB UNO DEO

(Jud Rampoeng) #1

Los olivos respiran, yo cojeo.
En un olivar al atardecer, Safira y yo descansamos. Ella, con su perfume de mirra, preparó
un altar a Astarté y sus cantos sirios se mezclaron con el viento. “Arion, Roma fue una
tormenta que parecía no tener fin”, dijo. Asentí feliz, pues, mi cojera reposaba en tierra
helena. El envenenamiento de Lucius con acónito, la águila rota de Cassia, el Senado
amedrentado... El pasado se desvanecía ante nuestros ojos sabios. Mi “esclavitud” a Safira
era mi nueva libertad, mi nuevo hogar. Bebimos vino griego, brindamos alegremente por
Atenas, cantamos y bailamos. Las intrigas y la codicia de Roma se desvanecieron, poco a
poco, para siempre.
Escribí, con los jazmines como testigos:
Ἔρως Σύριος, ἐλευθερία δουλοῖ,
Ῥώμη χειμών, Ἀθῆναι ζῶσιν.
Ἰάσμινα πνέουσιν, ἐγὼ σιγῶ().
(
)El amor sirio, ahora esclavo de la libertad,
Roma fue muerte y tormenta, Atenas vive.
Los jazmines respiran, yo callo.

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