El Colombiano - 27.03.2020

(Chris Devlin) #1

18 OPINIÓN VIERNES, 27 DE MARZO DE 2020


A causa de la pandemia provo-
cada por el coronavirus, Co-
lombia vive seria crisis. Ante
ella, el gobierno viene toman-

do medidas para afrontarla y
corresponde a los ciudadanos,
por el bien de todos, acatarlas.
Ante la grave calamidad e im-
posibilidad de vigilar el com-
portamiento de cada ciudada-
no en todo momento y lugar,
hay que recurrir a la práctica
de los valores que pueden lle-
var a las personas a dejar
egoísmo e indiferencia y a
contribuir con su esfuerzo a
superar la tragedia.
Y es que los valores influ-
yen en la conducta y decisio-
nes que las personas asumen
y las obliga a responder por
sus actos sin que nadie las
amenace. Valores son las cre-
encias o ideales con los que
evaluamos situaciones, perso-
nas, acciones o acontecimien-
tos y a partir de esa evalua-
ción, decidimos si algo es
malo o bueno, deseable o in-
deseable, mejor o peor. Valor
es todo aquello que debe ser
objeto de preferencia o elec-
ción, ya que constituye pauta

de conducta que sin imponer-
se atrae y pide ser realizada.
Por eso, los valores dependen
de lo que la sociedad acepta,
prefiere, tolera o desprecia.
Dada su importancia muchos
valores están constitucionali-
zados como paz, justicia, li-
bertad, igualdad, pluralismo,
solidaridad, trabajo, democra-
cia, participación, dignidad
humana, responsabilidad, de-
rechos humanos, ambiente
sano y equidad.
Hay valores de exigencia
positiva que demandan acti-
vidad e implican ideales
como valentía, respeto, res-
ponsabilidad, solidaridad, dis-
ciplina, gratitud, tolerancia,
honestidad, prudencia; y
otros de exigencia negativa
que no demandan acción y
significan privaciones o
prohibiciones, como pacien-
cia, templanza, humildad,
modestia, austeridad, pureza.
Para combatir el coronavirus
se necesita con urgencia soli-

daridad, responsabilidad, dis-
ciplina, paciencia y humildad.
La solidaridad significa ca-
pacidad de sentir como pro-
pios los problemas ajenos,
condolerse de los quebrantos
y dolor de los demás, aunar
esfuerzos para superar dificul-
tades, extender la mano al que
sufre, ayudar a los demás sin
esperar nada a cambio y hacer
que el esfuerzo conjunto de-
rrote el covid-19.
La responsabilidad es apti-
tud de cumplir con una obli-
gación y responder por los ac-
tos realizados, es cuidado y
atención en lo que se hace y se
decide; acarrea cumplir con
obligaciones y hacerse cargo
de las consecuencias de sus
actos, lo que conlleva el deber
del autocuidado no por egoís-
mo, sino como interés por la
salud de los demás.
Disciplina es estableci-
miento de reglas, límites y
fronteras para decidir cuáles
son los límites de nuestro

comportamiento, fijarse me-
tas y trabajar para alcanzarlas
y renunciar a una satisfacción
o placer inmediato en aras de
la salud de todos.
La paciencia significa capa-
cidad de soportar el enclaus-
tramiento sin alterarse, aguar-
dar con calma el regreso a la
vida cotidiana, esperar la li-
bertad que deseamos y resistir
el aislamiento sin sufrir per-
turbación del ánimo.
La humildad, que no impli-
ca rebajarse a sí mismo, con-
siste en el reconocimiento de
las propias limitaciones y de-
bilidades y en obrar de acuer-
do con este reconocimiento
para admitir la impotencia y
la pequeñez humana frente a
determinados fenómenos de
la naturaleza.Aceptemos la
cuarentena y seamos solida-
rios, responsables, disciplina-
dos, pacientes y humildes
para cuidar de nosotros mis-
mos y de nuestra comunidad.
¡Ánimo y manos a la obra! ■

“Si me puede dar


a mí, le puede dar


a cualquiera”
IAN LIPKIN
Científico investigador de la Universidad de Colum-
bia, uno de los epidemiólogos más reputados de
EE.UU., asesor del guión de la película Contagio
(2011), reveló durante una entrevista a la cadena
Fox News que padece de coronavirus. Ayudó en
los estudios del SARS y la fiebre del Nilo.

CITA TEXTUAL

Millones de trabajadores de
atención médica corren a don-
de se necesitan, a veces arries-
gan sus vidas.
“Estoy teniendo recuerdos
de las bombas de la maratón
de Boston”, dijo mi hija.
Ella era una doctora recién
graduada el día que explota-
ron las bombas hace siete
años, cuando la policía entró
a un hombre en una camilla a

la sala de emergencias de su
hospital. Su sangre se había
derramado en el suelo y al-
guien empezó a limpiarla.
“No se moleste”, dijo el ofi-
cial, “hay mucha más de don-
de vino esa”. Cuando cuenta
esa historia, mi hija siempre
menciona el temor que sen-
tía. ¿Cuántas víctimas más
llegarían y cuándo?
Ahora, se enfrenta a una
sensación de miedo similar,
ya que la demanda de aten-
ción por covid-19 podría
inundar su hospital y los pa-
cientes que podrían haberse
salvado podrían morir a me-
dida que se agota el suminis-
tro de ventiladores.
Pero junto con los recuer-
dos temerosos de las bombas
de la maratón vienen imáge-
nes de trabajadores de emer-
gencia corriendo hacia la hu-
mareda, haciendo su trabajo a
pesar de su miedo.
A medida que el mundo se
retuerce bajo las garras de co-
vid-19, la epidemia ha revela-
do algo majestuoso e inspira-
dor: millones de trabajadores
de salud corriendo hacia don-
de se necesita, de guardia, a
veces arriesgando sus propias
vidas. Nunca antes había visto
un flujo tan extenso y volun-

tario de ayuda médica a una
escala tan global.
Médicos de cuidados in-
tensivos en Seattle se conec-
tan con médicos de cuidados
intensivos en Wuhan para re-
colectar inteligencia específica
sobre lo que los chinos han
aprendido: detalles sobre es-
trategias de diagnóstico, la fi-
siología de la enfermedad, ma-
nejos para Donald M. Berwicka
insuficiencia pulmonar y más.
El documento de tres páginas,
con un solo espacio, lleno de
lecciones, circula de manera
inmediata y amplia a través de
las plataformas de redes socia-
les, una joya de puro compro-
miso profesional.
El Journal of the American
Medical Association, incluso
mientras traslada a su perso-
nal a casa por distanciamien-
to social, establece nuevos ré-
cords para acelerar estudios
científicos útiles, revisados
por pares, en la web. El cono-
cimiento crece. Otro es un re-
cuento honesto de los médi-
cos en Lombardía sobre los
éxitos y errores a medida que
se enfrentan a demandas de
cuidados intensivos sin pre-
cedentes. Una lista de servi-
cios para hospitales iniciada
por el Instituto para la Mejora

de la Atención Médica rebosa
de preguntas: “¿Qué ha
aprendido sobre la configura-
ción de las pruebas de mane-
jo?” “¿Alguien ha encontrado
una nueva fuente de másca-
ras?” - y respuestas instantá-
neas por parte de institucio-
nes y médicos.
Un anestesiólogo en Val-
halla, Nueva York, teclea una
sugerencia: “En lugar de ren-
dirse cuando los ventiladores
están en uso, qué tal si pedi-
mos a un grupo de estudian-
tes o parientes que se han
vuelto inmunes al virus que
ventilen a los pacientes ma-
nualmente usando ‘Ambu
bags,’ por turnos incluso días
a la vez?”. Los clínicos respon-
den, algunos críticos, algunos
en apoyo, todos tratando de
buscar respuestas.
Y ciudad por ciudad, los
hospitales se movilizan de
manera creativa para prepa-
rarse para el posible diluvio:
trayendo miembros del perso-
nal jubilados, capacitando a
enfermeras y médicos en
tiempo real, compartiendo
datos sobre suministros en la
región, estableciendo unida-
des especiales de aislamiento
y aumentando la capacidad
por un factor de entre 100 y


  1. El alcalde Bill de Blasio,
    de Nueva York, solicitó a per-
    sonal médico retirado para
    unirse al Cuerpo de Reserva
    Médica de la ciudad; 24 horas
    después, se habían inscrito
    1000 nuevos voluntarios.
    Piense en tales adaptacio-
    nes y agilidad en toda nues-
    tra nación y el mundo. Las
    buenas personas que toman
    la carga en un momento de
    crisis, mientras nuestro pre-
    sidente dice sobre la escasez
    de kits de prueba covid-19,
    “no me hago responsable en
    absoluto”.
    Estamos presenciando pro-
    fesionalismo en su forma más
    alta, personas calificadas que
    ponen los intereses de aque-
    llos a quienes sirven por enci-
    ma de sus propios intereses.
    El dr. Roberto Stella, de 67
    años, era presidente de la
    asociación médica en la re-
    gión de Varese, en el norte
    de Italia. Cuando se agotaron
    los suministros de equipos
    de protección, siguió aten-
    diendo a los pacientes. Un
    colega lo citó: “Nos hemos
    quedado sin máscaras”, dijo,
    “pero no nos detenemos”. El
    dr. Stella murió de covid-
    unos días después en un
    hospital de Como ■


(QODVUHGHV


CARICATURA

CARICATURA RICKY

ELLOS NO SE ESCONDEN
DEL CORONAVIRUS,
LO ENFRENTAN

Por DONALD M. BERWICK
[email protected]


GRANDES FIRMAS


INVITADO


LOS VALORES: ARMA


CONTRA LA PANDEMIA


Por ARMANDO ESTRADA VILLA
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