Opinión
Miércoles 18 marzo 2020Expansión 47
L
a lucha contra el Covid-19 es
una guerra declarada. China
parece haber ganado la pri-
mera batalla. Hong Kong, Taiwán,
Singapur y Japón también se han
apuntado triunfos visibles a la hora
de mitigar el brote, sin duda debido a
sus experiencias con la epidemia del
SARS de 2003. Europa y Estados
Unidos, en cambio, sólo están des-
pertando de sus ilusiones de invul-
nerabilidad. Como resultado de ello,
la epidemia hoy está haciendo estra-
gos en todo Occidente.
El país occidental más afectado
hasta el momento es Italia, que tiene
lazos económicos particularmente
fuertes con China. El norte de Italia
hoy es la nueva Wuhan (la megaciu-
dad china donde estalló por primera
vez el coronavirus). Con su sistema
de salud colapsado, el Gobierno ita-
liano ha apretado el freno, cerrado la
economía minorista y puesto en cua-
rentena a todo el país. Todos los ne-
gocios excepto las farmacias y las
tiendas de alimentos están cerrados.
La gente ha recibido instrucciones
de quedarse en casa y pueden entrar
a lugares públicos sólo para las com-
pras necesarias o para trasladarse al
trabajo. Muchas obligaciones de
deuda pública y privada (como los
alquileres de vivienda y pagos de in-
tereses) se han suspendido. Italia es-
tá intentando desacelerar el reloj
económico hasta que el coronavirus
se muera.
Mientras tanto, aunque Alemania
ha tenido muy pocas muertes por
coronavirus hasta el momento, la
cantidad de infecciones se está dis-
parando a la misma velocidad que en
cualquier otra parte. En respuesta, el
Gobierno alemán ha introducido un
subsidio laboral temporal y ha sido
El mundo
está en guerra
Profesor en la Universidad de
Múnich, expresidente del Instituto
Ifo de Investigación Económica y
miembro del Consejo Asesor del
Ministerio de Economía alemán
5 Project Syndicate, 2020
Hans-Werner
Sinn
El autor cree que lo más decisivo frente al daño
económico del Covid-19 son las medidas fiscales
para salvar a empresas y bancos de la quiebra.
generoso a la hora de otorgar asis-
tencia crediticia, garantías o morato-
rias impositivas a las compañías en
dificultades. Los eventos públicos en
todo el país se han cancelado. A los
niños se les ha dicho que se queden
en casa. Austria, por su parte, hace
mucho tiempo que ha cerrado su
frontera con Italia. Las escuelas, uni-
versidades y la mayoría de los nego-
cios en el país también han cerrado.
En un principio, Francia tuvo una
actitud más relajada, pero ya ha ce-
rrado escuelas, restaurantes y nego-
cios, al igual que España. Dinamarca,
Polonia y la República Checa han ce-
rrado sus fronteras con Alemania.
El presidente norteamericano,
Donald Trump, ha declarado un es-
tado nacional de emergencia. El
Congreso de EEUU ha aprobado un
programa de emergencia de 8.300
millones de dólares para financiar
los esfuerzos destinados a contener
la epidemia. Y hay sumas aún mayo-
res a la espera de una sanción del Se-
nado. El Gobierno federal también
ha prohibido la llegada de viajeros
extranjeros, primero desde China e
Irán, y después de Europa.
Complacencia
A nivel global, no todas las respues-
tas a la crisis han estado bien dirigi-
das, y otras no han sido lo suficiente-
mente contundentes. Lo más preo-
cupante es que algunos gobiernos se
han convencido de que pueden sim-
plemente desacelerar la propaga-
ción del virus, en lugar de tomar las
medidas necesarias para frenarlo
por completo. El hacinamiento pre-
decible de los hospitales en muchas
zonas muy afectadas ya ha expuesto
la insensatez de semejante compla-
cencia. En el frente económico, una
fuerte recesión ya no se puede evitar,
y algunos economistas ya están exi-
giéndoles a los gobiernos que intro-
duzcan medidas para apuntalar la
demanda agregada. Pero esa reco-
mendación es inadecuada, dado que
la economía global sufre de un shock
de oferta sin precedentes. La gente
no va a trabajar porque está enferma
o en cuarentena. En una situación
así, el estímulo de la demanda no ha-
rá más que impulsar la inflación, lo
que potencialmente llevaría a una
estanflación (un crecimiento débil o
en caída del PIB junto con precios
que suben), como sucedió durante la
crisis petrolera de los años 70, cuan-
do otro insumo importante para la
producción escaseaba.
Peor aún, las medidas que apun-
tan por el lado de la demanda po-
drían inclusive ser contraproducen-
tes, porque alentarían el contacto in-
terpersonal, lo que minaría el esfuer-
zo por limitar la transmisión del vi-
rus. ¿De qué serviría darle a los italia-
nos dinero para viajes de compras
cuando su Gobierno cierra los nego-
cios y obliga a todos a quedarse en
casa?
Los mismos argumentos se apli-
can al respaldo de liquidez. El mun-
do ya está inundado de liquidez, con
las tasas de interés nominales cerca o
debajo de cero casi en todas partes.
Más recortes de los tipos de interés
ya en territorio negativo podría ayu-
dar a los mercados bursátiles, pero
también podría desatar una fuga de
efectivo.
La caída brutal de las actividades
económicas, tan necesaria según los
epidemiólogos, hace que el desplo-
me de las Bolsas sea inevitable, con-
siderando que la política de los ban-
cos centrales de dinero excesiva-
mente barato y pasivos combinados
generó una burbuja insostenible.
Como utilizaron su munición en
momentos inoportunos, los bancos
centrales son responsables de la bur-
buja que ahora acaba de estallar.
Lo que realmente se necesita son
medidas fiscales para salvar a las em-
presas y a los bancos de la quiebra, de
manera que puedan recuperarse rá-
pidamente una vez que acabe la pan-
demia. Los responsables de la for-
mulación de políticas deberían estar
considerando varias formas de alivio
tributario y garantías públicas para
ayudar a las empresas a endeudarse
si fuera necesario. Pero la opción
más prometedora es un subsidio la-
boral temporal. Esta estrategia, que
ha sido probada y testada en Alema-
nia, compensa el subempleo de la
fuerza de trabajo a través de los mis-
mos canales que ya se utilizan para el
seguro de desempleo. Mejor aún,
prácticamente no cuesta nada, por-
que previene las pérdidas que se pro-
ducirían como consecuencia de un
mayor desempleo real. Todos los
países deberían estar replicando esta
parte de la política de Alemania para
prevenir las pérdidas de empleos.
Pero lo más importante es que to-
dos los gobiernos tienen que seguir
el ejemplo de China y tomar medi-
das directas contra el Covid-19. Na-
die en el frente de batalla debería
verse restringido por una falta de
fondos. Hay que ampliar las unida-
des de terapia intensiva de los hos-
pitales; se deben construir hospita-
les temporales; y se deben producir
respiradores, equipos de protección
y mascarillas en masa, y ponerlos a
disposición de todos los que los ne-
cesiten. Además, se les deben dar a
las autoridades de salud pública los
recursos y fondos que necesiten pa-
ra desinfectar las fábricas y otros es-
pacios públicos. La higiene está a la
orden del día. Las pruebas a gran es-
cala de la población son particular-
mente importantes. La identifica-
ción de cada caso puede salvar múl-
tiples vidas. Rendirse a la pandemia
simplemente no es una opción.
Todos los gobiernos
deben seguir a China
y tomar medidas directas
contra el Covid-19
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