El Mundo - 09.03.2019

(Michael S) #1

EL MUNDO. LUNES 9 DE MARZO DE 2020
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MUNDO


Año 2050. Un tercio de los japoneses
han desaparecido. Un cuarto de los
que quedan tienen más de 75 años.
Y los centenarios se han multiplica-
do casi por 10. No es ciencia ficción,
sino una realidad de la que el país
empezó a ser consciente en 2008, el
año de la Gran Recesión, cuando Ja-
pón comprendió que el censo men-
guaba. Hoy, el país más viejo del pla-
neta se ha convertido en laboratorio
para un futuro mundo de abuelos.
Los efectos de la despoblación se
palpan visiblemente. Hace seis años
Toshima, uno de los 23 distritos de
Tokio, fue declarado zona en riesgo
de desaparición. Su alcalde, Yukio
Takano, se lanzó a combatir la sen-
tencia de muerte con un plan para
hacerlo «amigable» a las madres.
«Un factor clave era la falta de mu-
jeres entre 20 y 30 años», explica des-
de un edificio de Gobierno que cuen-
ta con su propia guardería, el jardín


de infancia Higashiikeburo, uno de
los 54 que se han creado desde en-
tonces. «En breve tendremos más de
100», dice Takano. «De 7.000 niños
hemos pasado a 8.700», cuenta, co-
mo si fueran activos golosos de una
Bolsa en caída libre.
«Dentro de 50 años habrá un ter-
cio menos de población, los 126 mi-
llones actuales bajarán a 88», resta
Hisazaku Kato, profesor de Ciencia
Política y Económica de la Universi-
dad Meiji, en un despacho cubierto
de suelo a techo con libros y pape-
les emborronados de estadísticas que
tratan de dar con la fórmula mágica
para frenar la hemorragia. Una san-
gría similar, dice, a la que sufrirán
desde Corea del Sur a Singapur o
China, pasando por España, «que en
2100 tendrá los mismos problemas,
según la ONU».
Los mayores de 75 años represen-
taban hace cinco años un 12,5% de la

población. En medio siglo serán una
de cada cuatro personas. Y hay más
cifras. Si Japón tiene 66.000 centena-
rios, en 2050 tendrá medio millón.
«Sostener a todos esos ancianos
será un desafío muy grande», advier-
te Kato. «Japón tiene una media de
1,42 hijos por mujer y necesitaría 2,1
para mantener la población estable»,
calcula el catedrático, que recuerda
que «el año pasado sólo nacieron
864.000 bebés». Y los universitarios,
encargados de sostener buena parte
de las pensiones de sus mayores, al-
canzan 1,18 millones, pero su núme-
ro parece haber tocado techo.
El gasto social ha aumentado «drás-
ticamente», asegura. «Las pensiones
suponen la mayor parte de ese gas-
to y Japón se ha convertido en el país
más endeudado del mundo sobre to-
do por la necesidad de cubrirlas».
Pensiones, deuda y gasto médico
en aumento. Una tormenta perfecta

de la que el Gobierno de Shinzo Abe
trata de guarecerse y para la que, de
momento, no hay paraguas. «Una so-
lución sería aumentar los impuestos
al consumo, pero eso golpearía a los
sectores de más bajos ingresos». Otra
baraja que los ancianos más pudien-
tes «contribuyan al sistema y no só-
lo consuman sus servicios». Otra con-
templa bajar las pensiones o quitar
algunas, un suicidio político.
La más viable es abrir la puerta a
una inmigración que hasta hace po-
co era casi tabú y que sigue prohibi-
da. Pero la caída de la natalidad ha
arrastrado la de la mano de obra: los
67,2 millones de personas económi-
camente activas bajarán a 54,6 mi-
llones en 20 años. «A principios de
2000, el problema pa-
recía paliarse fomen-
tando la participación
de las mujeres y la ter-
cera edad en el mundo
laboral», explica Kato.
Ahora esa ecuación no
basta. Hay que sumar
un tercer pilar, el de los
«trabajadores extran-
jeros», y hasta un cuar-
to, «los robots».
Japón no acepta in-
migrantes, sólo una
fuerza laboral extran-
jera hipercualificada y
con fecha de caducidad. Los extran-
jeros, que tienen permisos tempora-
les salvo casos excepcionales, supo-
nen un raquítico 2% de la población
total del país asiático, cuando en los
países industrializados miembros de
la OCDE el promedio es del 13%.
Como excepción a la norma de un
sistema a la carta que sigue el mode-
lo de Canadá y Reino Unido, se ins-
tituyeron visados de aprendices de

oficios menos cualificados (actual-
mente hay 358.000) que podían per-
manecer hasta cinco años. Pero la fi-
gura daba lugar a abusos por parte
de algunas empresas.
En abril de 2019, sin embargo, el
Gobierno introdujo un nuevo tipo de
visado «de habilidad específica», que
regulariza la situación y abre la puer-
ta a trabajadores extranjeros de sec-
tores menos especializados durante
cinco años: La medida permite in-
yectar mano de obra en sectores a
los que empieza a faltar el oxígeno:
agricultura, pesca, hostelería, restau-
ración, construcción y, por supuesto,
cuidado de dependientes.
«Yo creo que será inevitable que
acabemos aceptando inmigración
en general», asegura
Kato, «aunque la socie-
dad japonesa es reti-
cente a recibir extran-
jeros; somos un archi-
piélago rodeado de mar
y no estamos acostum-
brados a esta presen-
cia, suscita temor».
El Gobierno japonés
piensa aceptar 350.000
trabajadores extranje-
ros de esta categoría
–que deben llegar sin
familia a Japón– en los
próximos cinco años.
Hasta el 14 de enero habían presen-
tado la solicitud 2.969, además de
2052 aprendices que han solicitado
el cambio de categoría. «Las empre-
sas que los contraten tendrán que
elaborar un plan de apoyo a esos
trabajadores, darles asistencia pa-
ra trámites administrativos, ayudar-
les a aprender japonés y obtener vi-
vienda...», explican en la Agencia
de Inmigración.

Un laboratorio


para un mundo


de abuelos


Japón se convierte en experimento para


frenar la caída de natalidad en los países


desarrollados, que sumada al envejecimiento


amenaza con una futura tormenta económica


POR FÁTIMA RUIZ


LA MIRADA DEL
CORRESPONSAL

To kio

JAPÓN

GUARDERÍAS
PARA NIÑOS
‘A LA BAJA’^
La guardería
Higashiikeburo
del distrito de
Toshima, en
riesgo de
desaparecer.
FÁTIMA RUIZ
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