DE_2009_salud_cardiovascular

(tlittels) #1
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LA ANEMIA EN LA PATOLOGÍA CARDIOVASCULAR DE LAS ENFERMEDADES RENALES

Tratamiento


El tratamiento más específico de la anemia secundaria
a insuficiencia renal es la Hr-EPO (véase la tabla 2). Fue
administrada por primera vez en 1985 y actualmente está
ampliamente extendida. Siguiendo las indicaciones de
las guías, deberá comenzarse el tratamiento con Hr-EPO
cuando la cifra de hemoglobina sea inferior a 11 g/dl.
Varias observaciones han puesto de manifiesto que la
normalización de la cifra de hemoglobina —esto es,
la corrección completa de la anemia con Hr-EPO—, se aso-
cia a diversos efectos secundarios, entre los que destacan
la aparición o el agravamiento de la hipertensión arterial,
y la tendencia a la coagulación, con el riesgo de fenóme-
nos de trombosis de los vasos sanguíneos. Por eso, se reco-
mienda mantener las cifras de hemoglobina en 11-12 g/dl.
Así, se habla de corrección parcial de la anemia en los
pacientes con insuficiencia renal crónica. Esta corrección
parcial de la anemia con Hr-EPO mejora la calidad de vida
global, las funciones cognitivas e intelectuales, la tolerancia
al ejercicio físico y la actividad sexual, además de reducir el
riesgo cardiovascular. El tratamiento con Hr-EPO es aplica-
ble tanto a los pacientes con insuficiencia renal crónica en
un grado en que no precisan diálisis, como a los pacientes
en tratamiento dialítico. Se puede administrar tanto por vía
subcutánea como por vía intravenosa; esta última es prefe-
rible en los pacientes en hemodiálisis, puesto que en ellos
es obligatoria la canalización de vasos sanguíneos para
realizar el procedimiento.
Dada la alta prevalencia de otros factores potencial-
mente corregibles, que incluso pueden afectar a la eficacia
del tratamiento con Hr-EPO, se hace aconsejable seguir
unas pautas previas a su prescripción:



  • Verificar la dosis adecuada de diálisis en los pacien-
    tes en tratamiento dialítico.

  • Descartar y/o corregir las pérdidas hemáticas si las
    hubiera.

  • Descartar y/o corregir el déficit de hierro.

  • Descartar y/o corregir los déficits vitamínicos.

  • Descartar y/o corregir otras causas potenciales de
    anemia.


En este momento, en España hay dos tipos de
Hr-EPO disponibles: la Hr-EPO alfa y la Hr-EPO beta. Es
preciso administrar tanto la una como la otra 1-2 veces
a la semana mediante la vía subcutánea, y 2-3 veces a la
semana si se emplea la vía intravenosa. Posteriormente, ha


aparecido otro agente eritropoyético, de vida media más
larga, la darbepoetina, que permite la administración cada
1-2 semanas, tanto por vía intravenosa como subcutánea.
Recientemente, ha sido comercializado otro estimulador
de la eritropoyesis (CERA, continuous erythropoietin recep-
tor activator), con una vida media todavía más larga que el
anterior, y que se puede administrar cada 30 días sin que
se pierda su actividad.
El déficit absoluto o funcional del hierro es la
causa más frecuente de resistencia al tratamiento con eri-
tropoyetina, dado que el hierro es uno de los sustratos
básicos para la síntesis de hemoglobina. En condiciones
normales, los requerimientos de hierro son de 1 mg al día.
Estos requerimientos son mayores en los pacientes con
insuficiencia renal crónica tratados con eritropoyetina,
y pueden alcanzar los 30-40 mg al día en los pacientes
en hemodiálisis. Por eso, es preciso comprobar que en el
organismo están presentes unas cantidades adecuadas
de hierro antes de iniciar el tratamiento eritropoyético, y
realizar una revisión periódica después. El hierro se admi-
nistra por vía oral o intravenosa. El problema de la admi-
nistración oral es que con alguna frecuencia es mal tole-
rado desde el punto de vista digestivo, o bien no logra
los objetivos propuestos (esto último especialmente en los
pacientes en hemodiálisis). Por ello, en estos últimos, la
vía de elección es la intravenosa. Existen varios tipos de
preparados de hierro para administrar por vía intrave-
nosa. En España, el más empleado es el hierro sacarosa
por presentar, en general, mejor tolerancia. No obstante,
la administración de hierro intravenoso ha de hacerse con
precaución, dado que puede producir sobresaturación de
la transferrina, lo que tiene relación con la dosis adminis-
trada y la velocidad de infusión. La sobresaturación de la
transferrina favorece la oxidación de proteínas y lípidos,
con consecuencias no claramente definidas —entre ellas,
la arteriosclerosis y el riesgo cardiovascular—. En cual-
quier caso, una tasa de perfusión inadecuada se asocia
a mayores efectos secundarios; el más frecuente es el

TABLA 2. Tratamiento de la anemia en la
insuficiencia renal crónica
Eritropoyetina
Hierro
Ácido fólico y vitamina B 12
L-carnitina
Anabolizantes androgénicos
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