Sociedad Y Cultura En La Antigua Mesopotamia - Klima Josef

(alangleds1) #1

ilimitado. En sus decisiones, estaban obligados a contar, por
un lado, con los máximos representantes de la clase sacerdotal
y, por otro, con la aristocracia militar. Ambos grupos defen­
dían tenazmente sus privilegios. Existe toda una serie de docu­
mentos que demuestran las desgraciadas consecuencias acaeci­
das a los déspotas asirios por no haber considerado suficiente­
mente los intereses de estos dos grupos. El trágico final de Sal-
manasar Y y de Senaquerib, es el ejemplo de cómo se procedía
con aquellos soberanos que se mostraban inflexibles ante las
exigencias de estos grupos sociales: Cuando en estas clases so­
ciales se produjeron divergencias insalvables entre los propios
miembros del grupo, el reino asirio llegó a su fin. El soberano,
que de este modo permanecía totalmente aislado, no podía ya
desviar el destino de su reino pues también la población se en­
contraba empobrecida como consecuencia de las largas campa­
ñas guerreras y de lo gravoso de las contibuciones.


LA SEPARACION DEL PODER DE PALACIO Y EL PODER DEL TEMPLO

En la época neobabilónica tuvo lugar una importante secula­
rización del poder del rey: ante todo, éste ya no aparecía cómo
el representante del dios principal de la metrópolis. Al mismo
tiempo, disminuyó también la dependencia del soberano bajo
la que se habían hallado los sacerdotes. Estos intentaron apro­
vechar todo indicio de debilidad del rey para reforzar su propio
poder. Durante el período neobabilónico, que fue relativa­
mente corto, hubo dos intentos antidinásticos de ía clase sacer­
dotal del templo de Marduk en Babilonia, que revistieron es­
pecial importancia: Awil-Marduk, el hijo de Nebukadnezar II,
fue acusado de impiedad y de llevar una vida inmoral y sufrió
una muerte violenta. También Ía postura antijerárquica dei ú l­
timo rey babilonio, Nabónido, tuvo para él fatales consecuen­
cias. Tras la derrota sufrida ante los persas, los sacerdotes de
Babilonia abrieron a éstos las puertas de la ciudad; recibiendo
al rey persa Ciro II como a su libertador.
Junto al palacio y al templo, algunas ciudades (Babilonia,
Nippur, Sippar y Uruk), que disfrutaban de determinados pri­
vilegios, desempeñaron también un importante papel. La clase
sacerdotal, cuyos representantes se contaban entre los más dis­
tinguidos miembros de íá asamblea de los ancianos de la
ciudad, intervino frecuentemente en la administración y en la
jurisdicción.
Una parte considerable de los terrenos situados fuera de la
ciudad fue confiado por el rey para su explotación a las familias
de soldados y funcionarios. Varias de estas familias, entre las
que se habían repartido el suelo, formaron una unidad admi­
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