cibir estas enseñanzas. Es decir, que habría que entender ese mensa-
je como una orientación para mejorar las creencias humanas ya exis-
tentes, pero sin que tengan por que representar necesariamente la
verdad de una forma exacta e incuestionable.
Por ello, es necesario respetar a los escépticos cuando actúan hones-
tamente, pues el motor del progreso intelectual es la capacidad para
disentir. Sin respeto a las opiniones de los demás es imposible des-
cubrir los fallos propios, también es cierto que hay quien rechaza
una idea sin verdaderas razones por miedo a la vergüenza, al no es-
tar en consonancia con la moda de su tiempo, y esto sí es lamenta-
ble.
EL VERDADERO SIGNIFICADO DE DIOS
La verdadera definición de Dios es que Dios es la luz y la verdad,
también se puede definir a Dios como el conjunto de leyes que rigen
el universo, por lo tanto esa definición de Dios como un ser barbudo
y de mal humor situado sobre una nube, no es más que la forma abs-
tracta de definirle propia de una sociedad primitiva. Es por lo tanto
equivocado ver a Dios como una especie de persona a la que se le
pueden pedir las cosas que queramos o culparle de todo lo que ocu-
rra, pues Dios únicamente es el elemento coordinador del cosmos en
el cual todos los seres vivientes incluidos participamos e influimos
en su destino. En realidad todos somos parte de Dios, porque tene-
mos un alma eterna que nos permite participar en la propia configu-
ración del universo, por ello el hombre tiene que darse cuenta que es
a través de una actitud crítica del mundo que nos rodea como se co-
munica con Dios y le ayuda a determinar su destino dificultando que
otros pretendan dictárselo.
El universo tiene una naturaleza cíclica por la que todo se recicla to-
do se repite y todo se regenera, de modo que en el devenir de la vida
eterna viviremos todos los acontecimientos posibles tanto los buenos
como los malos sin que se pueda evitar que estas cosas ocurrirán a
unos pero no a otros, por ello es correcto vivir una vida basada en la