ENQNQLAB

(rjguadog) #1

—Tú... ¿lo has leído? —inquirió ella mientras desviaba su mirada hacia el mar,
con rubor en sus mejillas.
—Sí.
—¿No quieres saber adónde?
—Creo que ya lo sé —respondió Roberto, prestándose a lanzar conjeturas con
total seguridad—. Eres una niña con gravísimos problemas que, en otro paralelo del
planeta, considerarían grandes lujos, pero... ¿quién nos asegura que no son ellos los
que se equivocan? Tu hermana mayor ha triunfado en la vida y tus padres esperan
que seas como ella, por lo que sientes mucha presión. Tu hermana pequeña te roba
el protagonismo. Culpas al mundo de tus problemas para no reconocer tu propia
incapacidad de afrontarlos como toda una niña de finales del siglo XX. Y como no
te gusta este mundo, quieres ir al que está al otro lado del espejo. No me extraña,
porque ahí hay un chico adorable y muy bien vestido.
Roberto se detuvo. Sus conjeturas, de repente, no le parecían tan plausibles. Se
acordó de Leibniz, que decía que vivimos en el mejor de los mundos posibles. ¿Por
qué, entonces, ir a otros mundos? ¿Era posible que aquella niña de nueve años no
conociera a Leibniz? ¡Con lo ricas que estaban sus galletas de chocolate!
—No sabes nada, niño tonto —espetó la muchacha—. ¿Cómo va a haber todo
un mundo al otro lado del espejo? No es más que una superficie metálica bien
pulida. Los mundos alternativos al nuestro están en el interior de los...
Se mordió el labio.
—¿De los...? —preguntó Roberto, que odiaba los enunciados sin terminar.
—¡Ups! Da igual, da igual.
Volvió con sus padres, pensando que aquella niña era muy rara. De hecho, a
Roberto le parecía rara la mayor parte de la población, del mismo modo que un
conductor que circula en sentido contrario se escandaliza por la imprudencia de
quienes vienen de frente.
El paseo lo había dejado muy cansado. Descansar era una de las actividades
favoritas del muchacho. Alguna vez probó alternativas para el tiempo libre, como
hacer la cama, pero no le resultó tan gratificante como debía de ser para sus padres,
que la hacían todos los días.
Antes de su segunda siesta, la imagen de aquella niña rubia pasó por su mente
de soslayo. Lo que Roberto no podía imaginarse es que esa personita iba a cambiar
su vida para siempre.

Free download pdf