continente y la necesidad obligó a los vecinos a saltar por encima de la
ley y dedicarse al contrabando. Fuera del núcleo capitalino, la isla yacía
sumergida en un estado descentralizado, en donde gran parte de sus
habitantes vivían dependientes se sus propias cosechas, del trato
contrabandista y del comercio intercolonial. Una cédula dada en
Madrid, el 31 de marzo de 1583, aconsejaba al gobernador que
proveyése que sus habitantes vivan juntos y congregados en
poblaciones, para que así pueda llegarles la justicia y los sacerdotes
puedan verlos y darles la doctrina cómodamente.
La posesión de un lugar de culto, por más sencillo que fuese,
era un requisito para estimular la fundación de un pueblo. A comienzos
del año 1600, no se debe descartar la existencia de alguna capilla en la
zona del Guaorabo.
Para el año de 1606, aparece en la nomenclatura costera de
Puerto Rico, el nombre del Puerto de San Francisco de la Aguada en la
zona del Guaorabo, que comprendía desde la Ensenada de Rincón,
hasta el Río Grande de Añasco (Guaorabo). Esta zona poseía una serie
de ventajas marítimas, sociales, económicas y militares, estando
controlada por el núcleo de gobierno regional, ubicado en las Lomas de
Santa Marta, a 7 leguas de distancia. Desde sus inicios, el Puerto y
Bahía de San Francisco en San Germán sirvió como centro táctico entre
la Isla y las otras colonias del Nuevo Mundo, y tenía función de base
militar. A veces el dinero del Situado Mejicano era llevado a la Capital
de Puerto Rico a través de la ruta terrestre del San Germán el viejo, ya
que esta ruta daba más seguridad que la ruta marítima. En el año de
1595, el Situado llegó a desembarcarse al pie de los Cerros de San
Francisco.
Bibliografía:
Figueroa, L. (1979). Breve Historia de Puerto Rico. (Ed. Revisada,
Vol. 1). Río Piedras, P.R.: Editorial Edil, Inc. Pp. 83, 84, 100.
Tió, A. (1961). Nuevas Fuentes para la Historia de Puerto Rico. San
Germán, P.R.: Ediciones de La Universidad Interamericana de P.R. Pp.
200, 204.
Holandeses en el Puerto del Guaorabo en 1625
En 1625, diecisiete embarcaciones holandesas con más de
2,500 hombres llegaron a las aguas del Morro en San Juan con el
propósito de saquear y adueñarse de la ciudad capital. La presencia de
esa flota bajo el liderato de Balduino Enrico, correspondía a la guerra
entre España y Holanda. Esta flota estaba adscrita a la compañía de las
Indias Holandesas, cuyos fines eran el saqueo y el pillaje piratesco.
Derrotados y maltrechos los holandeses, por el coraje y valentía que