Raices Puertorriqueñas Historia de Añasco

(Anascopr) #1

Murga Sanz, M. V. (1971). Juan Ponce de León: Fundador y Primer
Gobernador del Pueblo
Puertorriqueño, Descubridor de la Florida y del Estrecho de
Bahamas. Río Piedras, P.R.:
Editorial Universitaria, Universidad de P.R. Pp. 42, 50.


Ahogamiento de Salcedo (1510)
I. Introducción
En los primeros 2/3 del año de 1510, los indios de Puerto Rico
se mantuvieron viviendo tranquilos con los españoles, ayudándoles en
sus poblaciones, minas y granjerías. Pero el ánimo de los indios
comenzó a alterarse cuando el gobernador Juan Ponce de León formó
los “Repartimientos de indios” y comenzaron a esclavizar a estos
indios. A éstos, le hacían trabajar por largo tiempo en las minas y
mientras tanto, no podían cohabitar con sus mujeres y encima de ésto,
no comprendían los indígenas el porqué el español le exigía el extraer
grandes cantidades de oro ya que para ellos, el oro era sólo para
fabricar adornos corporales y no símbolo de riquezas. Los españoles se
escandalizaban ante la desnudez física de los indios y desaprobaban el
que se bañasen tan a menudo. Obligaban a los indios a no bañarse tan a
menudo y a estar siempre vestidos. El choque más grave se produce en
la fase religiosa. Los españoles traían un espíritu misionero y pensaban
que era su obligación cristianizar a los indígenas. No podía ser
agradable ni fácil para los indígenas echar a un lado sus creencias
tradicionales, para abrazar una religión desconocida, máxime si los que
la predicaban tenían la intención de alzarse con la soberanía de la patria
de los futuros conversos.
Estas confrontaciones entre indios y españoles, hicieron
posible que se fuese incubando el deseo y la obligación de sacudir el
yugo. Los indios de Puerto Rico creían que los españoles eran
inmortales y que éstos no podían morir ni por heridas, ni cualquier otro
desastre y que como los españoles habían venido de donde sale el sol,
eran gentes celestiales e hijos del Sol y así peleaban. Viendo los indios
que estaban siendo sojuzgados por los invasores y que éstos sólo eran
hasta 200 personas, más o menos, determinaron a no dejarse sojuzgar
por tan pocas personas. Pero les tenían miedo y pensaban que eran
inmortales. El Cacique Agüeybaná reunió a todos los caciques de la isla
en secreto para discutir este asunto y acordaron que antes de lanzarse a
la rebelión tenían que experimentar primero si los españoles eran
inmortales y hacer la experiencia en algún cristiano que estuviese solo.
Estos caciques acordaron que el Cacique Urayoán, señor de la
provincia de Yagüeca (Mayagüez y Añasco), iba a hacer la prueba y
luego diese aviso de los resultados a los demás caciques de la isla.

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