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M obreInferior–el libro en el que documento la historia del sexismo en la ciencia
y sus repercusiones en la actualidad– cuando se acercó a mí una mujer.
En tono mesurado me explicó que estaba haciendo un doctorado en infor
mática en una universidad británica y que era la única mujer de su grupo
de investigación. Su director de tesis no dejaba de hacer chistes sexistas.
Y nunca la elegía para participar en seminarios y congresos.
«Todas mis interacciones con él son incómodas. Me siento intimidada»,me dijo. Su plan era aguantar los últimos años del doctorado y, una vez
logrado su objetivo, marcharse de la universidad y seguir adelante.
He tenido cientos de conversaciones fugaces muy parecidas a esta concientíficas e ingenieras de todo el mundo en los dos años transcurridos
desde la publicación de mi libro, en cuyas páginas parecen ver reflejado el
sexismo que sufren en su día a día. He descubierto que, cuando se acercan
a mí para contarme su historia, lo que buscan es empatía, que alguien les
asegure que su sufrimiento no es fruto de su imaginación. Sus relatos de
discriminación, marginación, acoso y agresión confirman que, aun habién
dose avanzado mucho, todavía tenemos un largo camino por delante.EL ESTAMENTO CIENTÍFICOtiene en su haber un historial deplorable en lo
referente a las mujeres. Charles Darwin, nada más y nada menos, afirmó
que el intelecto de la mujer era inferior al del hombre. En las postrimerías
del Siglo de las Luces, a finales del sigloxviii, se daba por supuesto que
las mujeres no pintaban nada en las esferas académicas. Muchas univer
sidades se negaron a otorgarles títulos hasta bien entrado el sigloxx; la
Universidad de Oxford, mialma mater, no lo permitió hasta 1920. Y la
Royal Society de Londres no admitió a mujeres hasta 1945. (En consecuen
cia, tal y como apunta la historiadora Londa Schiebinger, «durante casi
tres siglos, la única presencia femenina permanente en la Royal Society
era uno de los esqueletos de su colección de anatomía»).
84 %
Porcentaje de
científicas jóvenes
que manifestaron
haber sufrido
acoso durante
sus experiencias
de trabajo de
campo académico
–el 86 % refirieron
agresiones– en
una encuesta
realizada a más de
660 informantes
de 32 disciplinas
del ámbito de las
ciencias sociales,
físicas y biológicas.
FUENTES:
INVESTIGACIÓN DE
KATHRYN CLANCY
Y OTROS, PUBLICADA
EN PLOS ONE, JULIO
DE 2014