National Geographic Spain - 11.2019

(Steven Felgate) #1

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Las reclutas, acostumbradas al estereotipo social del «sexo débil», suelen
llegar con dudas sobre su propia capacidad. Posey las corta de raíz: «La
debilidad femenina es algo aprendido. Y puede desaprenderse». Cuando
acaban la instrucción, dice, la mayoría de las marines tienen plena confianza
en sus habilidades «y saben que pueden contribuir igual» que los hombres.
La ruandesa Josephine Muhawenimana, madre de dos hijos, se hizo agente
de policía porque admira «su fortaleza y [...] el ejemplo que dan». Hoy es
brigada en una unidad de mantenimiento de la paz de la ONU en Sudán del
Sur, país masacrado por conflictos étnicos y civiles. «Recuerdo lo que ocu-
rrió», dice refiriéndose al genocidio ruandés de 1994, del que ella logró esca-
par; tiene la esperanza de que las fuerzas de mantenimiento de la paz logren
impedir que se produzca un baño de sangre parecido en Sudán del Sur. Dice
que las mujeres sursudanesas se enorgullecen al ver la labor que desempeña;
muchas madres le dan las gracias por mostrar a sus hijas que existe una
alternativa a contraer matrimonio cuando apenas han superado la pubertad.
En Colombia, la combatiente conocida como comandante Yesenia lleva
dos décadas en el ELN, un grupo guerrillero izquierdista antigubernamen-
tal. Dio a luz a una hija en la selva y durante meses la llevó con ella. Lucha por
la igualdad de los pobres, los indígenas y las mujeres. «Cada una ponemos
nuestro granito de arena. Desde espacios diferentes, todas combatimos», dice.
En el desierto sirio, mientras los prisioneros del ISIS aguardan su traslado
al campo de detención, una combatiente de las YPJ llamada Nuda Zagros
imagina el futuro. «Allí donde exista opresión de la mujer nos gustaría estar
presentes –afirma–. Queremos luchar por la igualdad. No queremos ser supe-
riores, pero tampoco queremos tener superiores. Somos todos iguales». j

ESTADOS UNIDOs

La recluta del Cuerpo
de Marines Dannelle
Kallmes, de 19 años,
aguarda órdenes en el
extenuante tramo final
de la instrucción en
Parris Island. Cada recluta
sabe que si aguanta
hasta la ceremonia
de clausura, recibirá
el emblema de águila,
orbe y ancla y se habrá
ganado el tratamiento
de «marine».
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