EN LA LUCHA 89
para alistarse. Quieren servir a su país. Quieren hacer gala de confianza en
sí mismas, de competencia y fortaleza, quieren dar ejemplo a sus hijos al
tiempo que se demuestran algo a sí mismas. Algunas mencionan un objetivo
de mayor alcance que jamás se oye en boca de sus camaradas masculinos:
quieren mejorar la situación de las mujeres y las niñas de su país, de su
región, del mundo entero.
AL MENOS 16 PAÍSES INDUSTRIALIZADOS permiten que las mujeres ocupen
puestos de combate o en primera línea. Aun así, no es raro que los mandos
se muestren renuentes a desplegar mujeres. Pero en esta época de atentados
terroristas y conflictos étnicos, cualquier mujer militar «puede verse com-
batiendo en cualquier momento, porque el campo de batalla no es lineal»,
dice Misty Posey, una teniente coronel del Cuerpo de Marines de Estados
Unidos que estuvo al mando de reclutas femeninas en Parris Island (Caro-
lina del Sur) durante dos años, hasta mediados de 2019. «Aunque estés en
puestos administrativos, aunque estés en intendencia, puedes llegar a verte
en combate. Y ellas lo saben perfectamente».
ESTADOS UNIDOS
Sobreviviendo con dosis
mínimas de alimento
y sueño, las aspirantes
a marines de Parris
Island se gritan palabras
de ánimo unas a otras
mientras trepan por
cuerdas en el ejercicio
de 54 horas de duración
conocido como the
Crucible (el Crisol). Esta
exigente prueba
incluye, por ejemplo,
trepar por cuerdas
como estas y una
marcha de 80 kilómetros
cargando con armas.