National Geographic Spain - 11.2019

(Steven Felgate) #1

8 NATIONAL GEOGRAPHIC


El trabajo fotográfico
de este reportaje ha
recibido el apoyo del
Centro Pulitzer de
Información sobre Crisis.

THERESA KACHINDAMOTO RECUERDA el primer matrimonio infantil que


anuló, apenas unos días después de convertirse en la primera jefa suprema


de su pueblo, el de los ngoni, en el sur de Malawi. En el distrito de Dedza, al


sudeste de la capital, Lilongwe, pasó ante un grupo de niños y niñas que


jugaban al fútbol, una estampa habitual, solo que una de las pequeñas aban­


donó de pronto el partido para dar de mamar a un bebé.


«Me quedé de piedra –recuerda–. Me dolió en el alma». La madre «tenía

12 años, pero me mintió y me dijo que tenía 13».


Kachindamoto acudió a los ancianos que la habían nombrado jefa para

hablarles de la jovencísima madre, una niña llamada Cecilia. «Me respon­


dieron: “Ah, sí, por aquí es muy común, pero ahora que eres jefa puedes


hacer lo que creas conveniente”».


Y Kachindamoto lo hizo. Anuló el matrimonio y reescolarizó a la joven

madre. Era el año 2003. La jefa pagó los estudios a la niña hasta que terminó


la secundaria. Hoy Cecilia regenta una tienda de alimentación. Siempre que


la visita, cuenta Kachindamoto, «no hay una sola vez que me haya ido sin


que me diga : “Gracias, jefa, gracias”».


Desde la anulación del matrimonio de Cecilia, la jefa suprema Kachinda­

moto, que hoy tiene 60 años, ha disuelto 2.549 uniones y devuelto al colegio


a todas las esposas infantiles. También ha prohibido un rito iniciático al que


se veían sometidas las niñas púberes: perder la virginidad con desconocidos.


La voz de Kachindamoto es una de las muchas que hoy defienden los

derechos de la mujer en todo el planeta. Una voz de mujer, tal y como se


coreaba en las manifestaciones egipcias de la plaza Tahrir de El Cairo, es


una revolución. El lema formaba parte de la campaña de 2013 contra las


violaciones y las agresiones sexuales, un golpe al silencio que suele consti­


tuir el statu quo, tanto en Egipto como –y ahí está el #MeToo para demos­


trarlo– en el resto del mundo.

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