Historia Spain - 09.2019

(Sean Pound) #1

Hurdes burló la censura y se proyectó en
Zaragoza. Algunas publicaciones díscolas
avanzaron en sus páginas fotografías de la
película, y no faltaron columnas de opinión
sobre la injusta condena a una obra tan
“profundamente humana”. Gracias a una
ayuda económica del embajador español
en París, Luis Araquistáin, el cineasta pudo
sonorizar la cinta, narrada en francés por
una voz en off, si bien la copia que se exhi-
bió en Madrid en abril del 36 seguía siendo
la muda.
A diferencia de sus otros estrenos,
tan espasmódicos e hiperbólicos, las cró-
nicas no registran abucheos ni guardias
con tricornio poniendo orden en la sala.
El Heraldo de Madrid alababa el “méri-
to” de su creador, un elogio que la revista
Cinegramas ampliaba en estos términos:
“Las Hurdes no es solamente el mejor do-
cumental español; es también uno de los
más sinceros y emocionantes que nos ha
dado hasta ahora el cinema”. Ya en marzo
de 1934, el diario ABC había publicado
una crítica excelente tras un pase en París.
Las Hurdes atravesó la frontera pire-
naica en el curso de la Guerra Civil, aun-
que, curiosamente, no llegó a proyectarse
en la Exposición Internacional de París de



  1. ¿Quizá por modestia de Buñuel,
    que llevaba el área audiovisual de la fe-
    ria, o tal vez porque no armonizaba con
    el mensaje propagandístico que quería
    lanzar la República en un momento tan
    delicado? Desde su nacimiento, Las Hur-
    des había sido una película incómoda. Lo
    sería siempre.


Junto a estas líneas, el
eco en la prensa
francesa, en este caso
en la publicación
mensual Regards, del
estreno de la versión
sonorizada de Las
Hurdes en 1936.
Arriba, una fotografía
del viaje de Alfonso
XIII a la región en junio
de 1922.

artículo publicado por The Guardian en el
año 2000, con el título Buñuel y la tierra
que nunca fue, su autor recoge el testimo-
nio de varios vecinos que claman contra el
hombre que forjó la “gran mentira” de Las
Hurdes y pintó una imagen tan negra de
sus pueblos. La conclusión del periodista,
sin embargo, es demoledora: “Los hurda-
nos se han estado quejando setenta años
de la ‘leyenda negra’ que Buñuel creó sobre
ellos, pero su propio organismo turístico
quiere perpetuar el mito de que esta es en
verdad la tierra que el tiempo olvidó”.
Nada que ver su apreciación con lo que
pasa en nuestros días. A Buñuel, muchos
no le perdonan el turismo morboso y las
imágenes estereotipadas que ha dejado
como herencia en una región que merece
vivir en color.
A modo de cierre, no resulta baladí
agregar que, aunque Las Hurdes no rompió
enteramente con la disciplina surrealista –
hasta el punto de que hay quien ve en ella
una prolongación de sus primeras películas
francesas, Un perro andaluz y La edad de
oro²VXÀORVRItDHUDPX\RWUD$ÀOLDGRDO
Partido Comunista en 1931 o quizá 1932,
Buñuel se desligó del movimiento de Bre-
ton solo unos meses antes de embeberse en
la causa de Las Hurdes, su primera película
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dor, hecho con la mejor de las intenciones,
aunque ni entonces –ni ahora– todos lo
comprendieran.

MUCHOS NO PERDONAN A BUÑUEL EL TURISMO
MORBOSO Y LAS IMÁGENES ESTEREOTIPADAS QUE HA
DEJADO COMO HERENCIA EN LA REGIÓN

El “reportaje” de Buñuel –prohibido
también por el régimen franquista– no in-
vitaba a hacer turismo por la región, pero
consiguió atraer el interés foráneo sobre
una España negra, maldita, que en 1936
parecía citarse otra vez con su destino.
Quién sabe si la fama posterior de
la película no alejó durante un tiempo a
los visitantes interesados en esa manco-
munidad, que todavía en los años setenta
del pasado siglo presentaba un nivel de
bienestar por debajo de la media. En un
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