El Mundo - 09.09.2019

(National Geographic (Little) Kids) #1
A C T U A
L I D A D
E C O N Ó
M I C A

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fuimos los únicos culpa-
bles de la guerra; tal con-
fesión en mi boca sería
una mentira”, añadió el
diplomático, quien plan-
teó una protesta formal
que fue ignorada.
Además de ser obliga-
dos a aceptar su culpa,
los alemanes se compro-
metieron a entregar a los
vencedores, especial-
mente a Francia, unas co-
losales sumas de dinero
como compensación fi-
nanciera por las pérdidas
y daños ocasionados. Una
“comisión de reparación”
creada a tal efecto cifró la
responsabilidad en
132.000 millones de mar-
cos oro alemanes, equiva-
lentes aproximadamente
a 442.000 millones de dó-
lares a fecha de 2012. Esa
cifra inasumible fue re-
ducida a 50.000 millones
de marcos que debían ser
pagados a partir de 1921
y durante un periodo de
10 años. Alemania en-
tregó 20.000 millones de
marcos (67.000 millones
de dólares en la actuali-
dad), lo que lastró la re-
cuperación de su econo-
mía y causó la posterior
hiperinflación.
Las imposiciones terri-
toriales del Tratado de
Versalles tampoco fueron
pocas. Alemania tuvo que
ceder 70.000 kilómetros
cuadrados, hogar de siete
millones de ciudadanos.
Devolvió todas las regio-
nes que había conseguido
en Europa oriental gra-
cias a la firma del

a deslumbrante
Galería de los Es-
pejos del Palacio
de Versalles estaba aba-
rrotada de diplomáticos
y políticos de todo el
mundo. Aquel 28 de junio
de 1919 se firmaba el es-
perado documento que
ponía formalmente fin a
la Primera Guerra Mun-
dial. Negociado durante
seis meses en el Quai
d’Orsay de París, propi-
ciaba el fin de las hostili-
dades entre Alemania,
por un lado, y Estados
Unidos, el Reino Unido,
Francia, Italia y Japón,
por otro.
El tratado había des-
pertado muchas espe-
ranzas en un continente
devastado por batallas
tan sangrientas como la
de Somme, donde pere-
cieron más de 50.000 sol-
dados británicos en las
primeras 24 horas. Para-
dójicamente, el texto no
sirvió para garantizar la
paz en Europa sino de
estímulo para que 20
años después volviera a
despertar el monstruo de
la guerra. Algunos de
sus 440 capítulos exi-
gían de Alemania unas
desproporcionadas
compensaciones econó-
micas, así como unas
importantes concesio-
nes territoriales. Por no
hablar de la humillación
político-militar.
Alemania, que se vio
excluida de las negocia-
ciones de paz hasta el 7
de mayo, descubrió que
era el único país al que
se culpaba del
estallido del con-
flicto armado en



  1. El artículo
    231 del tratado
    (la llamada “cláu-
    sula de responsa-
    bilidad de gue-
    rra”) ignoraba el
    papel de otros fac-
    tores desencade-
    nantes como el bi-
    zantino sistema de
    alianzas militares.
    “Somos conscien-
    tes de la intensidad
    del odio existente
    hacia nosotros”,
    subrayó el ministro
    alemán de Asuntos
    Exteriores, el conde
    Ulrich von
    Brockdorff-Rantzau,
    cuando llegó a París.
    “Ustedes nos piden
    que confesemos que


acuerdo de paz de 1918
con Rusia, el Tratado de
Brest-Litovsk. Entregó
una parte de la Alta Sile-
sia al nuevo estado inde-
pendiente de Polonia.
Prusia Oriental quedó
reducida de tamaño y fí-
sicamente separada de
Alemania por un pasillo
polaco que se extendía
por Pomerania hasta el
mar Báltico. El puerto de
Danzig (ahora Gdansk)
se convirtió en una ciu-
dad estado semiautó-
noma. Por el lado occi-
dental, Bélgica recuperó
Eupen-Malmedy, anexio-
nada por Alemania en


  1. Y Francia recobró
    Alsacia-Lorena, que ha-
    bía sido capturada en la
    guerra franco-prusiana
    de 1870. Finalmente, la
    región del Saar rica en
    carbón pasaba a admi-
    nistración aliada du-
    rante 15 años.


INERME. El Tratado privó
a Berlín de su potente
maquinaria de guerra.
La República de Weimar
solo estaba autorizada a
tener un ejército de no
más de siete divisiones
de infantería y tres de
caballería, es decir, ape-
nas unos 100.000 hom-
bres. La artillería pesada
superior al calibre de
105 milímetros tampoco
les estaba permitida. Se
abolió el estado mayor y
el servicio militar obliga-
torio y se impusieron
fuertes restricciones a la
creación de academias

nico de Scapa Flow antes
que ver cómo sus buques
pasaban a manos ingle-
sas. En Berlín el Go-
bierno empezó a ignorar
las cláusulas de de-
sarme; el Ejército recom-
puso en secreto el estado
mayor llamándolo
Truppenamt u Oficina de
Tropa; y la producción
de armas alemanas se
reanudó después de ser
transferida a Suecia,
Suiza, Holanda o incluso
la Unión Soviética.
Versalles se convirtió
en un poderoso símbolo
del resentimiento de la
Alemania de posguerra,
en un catalizador para
impulsar los discursos
agitadores y revolucio-
narios. El propio Adolf
Hitler subió al poder ba-
sándose en una cadena
de agravios en la que el
Tratado de 1919 ocu-
paba un papel central.
“Fue la mayor injusticia
y el maltrato más in-
fame a una gran nación
en la historia escrita”,
diría el Führer del
acuerdo. “Porque era
imposible para nuestra
nación continuar exis-
tiendo en el futuro a
menos que Alemania
se liberara de ese
yugo”.

L


mi


ra


das


con


his


to


ria


100 AÑOS
DEL TRA-
TADO DE
VERSA-
LLES

El cataliza-
dor de la
Segunda
Guerra
Mundial

LAS DESPRO-


PORCIONADAS


COMPENSACIO-


NES ECONÓMI-


CAS Y TERRITO-


RIALES ALIMEN-


TARON EL ODIO


QUE IMPULSÓ A


HITLER A LA


CANCILLERÍA


POR


MARÍA NIELLA


militares. Tuvieron que
abandonar muchas de
sus fortificaciones fronte-
rizas, particularmente las
próximas a Francia. La
marina vio significativa-
mente reducido su nú-
mero de barcos y efecti-
vos. La fuerza aérea debía
ser desmantelada por
completo, así como la in-
dustria de armamento.
Las fábricas alemanas te-
nían prohibido producir
armas químicas, vehícu-
los blindados y aviones
de guerra.
Alemania dejó de ser un
imperio colonial después
de entregar los territorios
que había controlado du-
rante medio siglo en
África y Lejano Oriente.
Francia reclamó Togo y
Camerún, Bélgica se hizo
con las actuales Ruanda
y Burundi, Sudáfrica
pasó a administrar lo
que ahora es Namibia
mientras que los británi-
cos hicieron lo propio
con Tanzania. En el Pací-
fico, Japón tomó pose-
sión de las colonias ale-
manas en China y de las
islas Marshall, las Caro-
linas, las Marianas y Pa-
laos. Australia y Nueva
Zelanda también se vie-
ron beneficiadas por el
reparto.
El desafío al pacto fue
casi inmediato. Días an-
tes de que se suscribiera,
el almirante Ludwig von
Reuter decidió hundir la
Flota de Alta Mar fon-
deada en el puerto britá-

LA PREMONICIÓN
DEL MARISCAL
Hubo en el bando
triunfador quienes
sintieron que Versa-
lles no iba a ser sufi-
ciente para castigar
a Alemania. El ma-
riscal Ferdinand
Foch, excoman-
dante supremo de
las fuerzas aliadas,
avisó que, pese a las
medidas orquesta-
das para despojar a
la República de Wei-
mar de territorio y
potencia militar, el
enemigo histórico
de Francia resurgiría
de nuevo. “Esto no
es una paz. Es un ar-
misticio de 20
años”, se quejó. Sus
palabras resultaron
premonitorias.

Las potencias,
en la Galería
de los Espejos.
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