National Geographic Viajes - 09.2019

(ff) #1
mo por la cala Atàlitx. A partir de
ahí la costa sur encadena una serie
de playas flanqueadas por acantila-
dos, algunos con cuevas excavadas
hace siglos, como Calas Coves y
Cala en Porter donde se halla la fa-
mosa Cova d’en Xoroi, acondicio-
nada ahora como un bar de copas.

Los faros constituyen por sí so-
los un objetivo de cualquier ruta
por Menorca. Favàritx en el este,
Cavalleria y Punta Nati en el nor-
te, o Artrutx en el sudoeste. Difícil
elegir cuál visitar, ojalá todos, pe-
ro conviene llegar a tiempo para
contemplar la puesta de sol, sobre
todo en Punta Nati. Declarado Pai-
saje Cultural por la Unesco, este
cabo rocoso próximo a Ciutadella
es uno de los espacios más sobre-
cogedores de las Baleares. Aquí los
elementos se reducen a mar, cielo
y piedra, especialmente esto últi-
mo. La roca caliza que aflora a la
superficie es el material esencial
de las casi 500 construcciones de
piedra seca –sin argamasa– que
abundan en este paraje: muros y
barracas de planta circular o cua-
drada que servían para guarecer
el ganado, guardar herramientas y
vigilar los campos. Este patrimo-
nio junto con algunos yacimientos
prehistóricos configuran un pai-
saje de excepcional valor natural y
etnológico que ahora se enfrenta a
la amenaza de la construcción de
un parque fotovoltaico, el tercero
en extensión de España.
La piedra es una de las protago-
nistas de la isla. Menorca es indis-
cutiblemente agrícola y los campos
están llenos de ella. Hay que quitarla
y, para darle utilidad, se construyen
barracas y muretes que delimitan
sinuosos caminos. Posiblemente
sin los 12.000 km de pared seca, los
campos cultivables de la isla no ha-
brían sobrevivido al viento.

La tramontana golpea de frente
el litoral norte, agujerea las rocas,
estremece los acebuches, el olivo
silvestre típico de la isla, y fuerza la
vegetación –encinas, lentiscos, lia-
nas, brezas y jaras, principalmen-
te– a inclinarse hacia el sur.

Menorca se suaviza en su litoral
meridional, de paisaje más be-
névolo. Las playas son serenas y
apacibles, y la arena blanca dibuja
medialunas o bien líneas brillan-

tes que constrastan con el azul del
agua y el verdor de los barrancos
y bosques del interior. Ahí se en-
cuentran algunas de las calas más
famosas, como Son Saura, Turque-
ta y Macarella, o las de Trebalúger
o Escorxada, accesibles solo a pie
o en barca. También Cala Galdana,
urbanizada pero igualmente bella
sobre todo si se contempla desde
el mirador superior. Y los arenales
nacarados de Binigaus, San Tomàs
y Son Bou, delimitada en un extre-

Cala Rafalet es un
ejemplo de las entradas
que el mar ha abierto en el

LUNAMARINA / SHUTTERSTOCK litoral sur próximo a Maó.

Free download pdf