El Mundo - 21.08.2019

(ff) #1
EL MUNDO. MIÉRCOLES 21
AGOSTO DE 2019

D E V E R A N O


E N P O R TA DA HOJA Nº^23


«Si fuera una
carrera, el doblaje
sería una de 400
metros y el
audiolibro un
maratón. Lees,
lees, lees, te paras;
lees, lees, lees, te
paras». Y así, en
turnos de cuatro
horas, que en una
cabina de graba-
ción dan para
mucha anécdota.
«Las tomas falsas
son muy peligro-
sas, me consta que
hay por ahí
archivos que no me
gustaría que
escuchara mi
hija...», reconoce
Germán Gijón. De
su garganta han
salido decenas de
audiolibros, pero él
es un eslabón más
de una larga
cadena. Todo
arranca con un
PDF y una primera

LA MUDA
SOLEDAD
DE LA VOZ
LEÍDA

lectura
de
reconoci-
miento. «Se
anota todo lo que
presente dificulta-
des: nombres,
imágenes, fórmu-
las matemáticas...
Y se propone una
solución», explica
Bejamín Figueres.
Es sólo la primera
carrera de obstá-
culos, hay días que
entra en el estudio
y no es capaz de
llegar hasta su
mesa: jefe, ¿y esto
cómo lo hacemos?

En Kilohercios y
Decibelios se han
tomado muy en
serio el aprovecha-
miento del espacio.
Uno encuentra
cabinas de
locución por todas
partes, hasta por el
pasillo. De vez en
cuando se asoma
alguien: «¿Podéis
bajar la voz, por
favor?». Han
pasado el cásting
de voces y graban
libros a destajo: 45

páginas por sesión,
140 palabras por
minuto si el factor
humano lo permite.
De las cuatro horas
de cabina diarias,
con suerte una y
media serán
aprovechables.
De la cabina, el
archivo se distri-
buye entre editores
para una
primera
limpieza.
«Al final
es un
trabajo
artesanal,
por muchas
herramientas
digitales que
tengas», apunta
Milton Font, la otra
mitad del estudio.
El editor tiene la
misión del corte
fino, tiene que
eliminar cualquier
ruidito, respira-
ción, saliva, porque
al final lo que se
escucha es la voz
del narrador... y
nada más. Una voz
perfecta pero
humana, lo
suficientemente
potente como para
sobreponerse al
ruido del metro,
del motor o,
también, de las
olas en la playa.
Después de años
de ajustes, los
valencianos han
encontrado un
protocolo en
cadena que les
funciona. Y tiene
como momento
crucial el siguiente
paso: la revisión.
El revisor escucha
absolutamente
todo el libro y va
leyendo al mismo
ritmo y tomando
nota: esto no se
entiende bien; aquí
hay una entona-
ción cambiada; uy

esta ‘erre’, qué mal
suena... «Necesi-
tas a gente con un
nivel de cultura
general muy
grande porque
tienen que saber
un poco de todo»,
cuenta Font. Sus
equipos suelen ser
intergeneraciona-
les: «Unos cono-
cen los clásicos,
otros saben qué es
eso de Tinder».
Pasamos a los
‘retakes’ y volve-
mos al narrador.
Toca regrabar todo
lo que no funciona-
ba, pero sin que se
note: misma sala,
voz colocada en el
mismo sitio,
prácticamente
mismo momento
del día. «Si no,
suena como un
pegote». Y hasta
aquí las sesiones
de trabajo en
cadena, que al final
esto son libros y
los libros se
dividen en capítu-
los, ¿no?
El último eslabón
viene regido por la
experiencia de
escucha y por una
meticulosidad que
raya en lo obsesivo
compulsivo: Entre
el inicio y la
entrada de voz,
medio segundo;
entre el título y el
inicio del capítulo,
dos segundos y
medio; desde la
última palabra del
capítulo hasta
siguiente, tres
segundos y medio.
Son instantes de
silencio que crean
un todo y de los
que el usuario final
no es consciente,
pero que le
enganchan o le
hacen abandonar.
«Algunas veces
tenemos el orgullo
de decir que la
editorial no nos ha
enviado ninguna
rectificación, es el
caso de ‘Millen-
nium’», dice
Figueres, «20 o 21
horas de narración
sin un solo error
de pronunciación,
ni una coma mal
puesta. Es una
fiesta». ¿Y luego?
«Luego, a por el
siguiente. Graba-
mos hasta 15 libros
a la vez, figúrate».

telenovela turca. De su
faceta literaria lo que más
le gusta son los personajes,
claro, «porque le puedes
imprimir carácter». Eso sí,
sin exagerar: «A veces te
dicen: ‘Quieto, campeón,
que nos hemos pasado’».
Lo de llamarlo narrador no


le termina de convencer a
Gijón. Él no locuta, no
narra, él cuenta. «Si cuando
me escuchas en el metro no
consigo que te metas en la
historia...», tuerce el gesto.
Aunque no pueda
explayarse como le pide el
cuerpo a un actor tanto

como le gustaría, al
valenciano lo de los
audiolibros le gusta.
«Solamente depende de ti»,
explica. «En el doblaje
formas parte de un
engranaje, pero aquí eres
tú traduciendo el libro a
quien lo escucha. Es mucho
más personal, más directo,
y el usuario final es mucho
más dependiente de ti, de
cómo lo hagas, de cómo
transmitas, de qué es lo que
logres hacer con el texto».
Dicen los productores de
audiolibros que nada de
guerra de formatos, que
aquí lo importante es
consumir literatura, que lo
que cuenta son las
historias. Dos noticias trae
este verano que parecen
empeñados en
confirmarlo. Uno, la
publicación simultánea del
final de Millennium, oral y
escrito, el próximo
miércoles; el otro, la
aparición del primer libro
escrito primero para audio.
A Renato Cisneros lo
llaman en su Perú natal el
Vargas Llosa 2.0. A lo
Michelle Obama, acaba de
lanzar Algún día te
mostraré el desierto, donde

cuenta de viva voz que eso
de ser padre no son sólo
alegrías. Tenía que parar
de vez en cuando porque
lo que decía era tan
personal que se
emocionaba, y eso ha
imprimido en su texto algo
que jamás tendrá la
palabra escrita: «El que
escucha una historia no
subraya, no huele el libro,
no toma notas, pero lee
con el oído, y eso revela
cosas de la historia que
otros sentidos no pueden».
Palabra de audioescritor.

ASÍ SE
GRABA
UN
AUDIOLIBRO

Palabras al oído.
Germán Gijón
pone voz, entre
otros libros, a las
últimas entregas
de la saga
‘Millennium’.
BIEL ALIÑO

Superventas al
oído. Un volumen
de la nueva
entrega de ‘Mille-
nnium’ frente
a un micrófono.

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