ECOS - 09.2019

(Michael S) #1
22 EN PORTADA ECOS 9/2019

Fotos: Jens Schwarz/laif

dedicadas a la imagen y el sonido. En esta calle pode-
mos visitar la galería de Juana de Aizpuru, con una
sorprendente muestra de fotografías de artistas es-
pañoles.
Seguimos por la tranquila calle Luis de Góngora,
donde encontramos el convento y la iglesia de las
Mercedarias Descalzas de la Purísima Concepción,
uno de los mejores ejemplos del barroco madrileño.
Pasamos a la calle San Lucas, para visitar un concepto
diferente de mercado gastronómico: El Huerto de
Lucas. En un ambiente relajante podemos tomar café
orgánico, zumo de frutas y verduras naturales, carnes
y demás productos ecológicos.
Un oasis en medio de la ciudad.
No podemos dejar este barrio
sin visitar el Museo del Roman-
ticismo, antiguo palacio del mar-
qués de Matallana, construido
en 1776, que reúne una serie de
pinturas, muebles y objetos de
artes decorativas del siglo XIX;
y pasar por el Palacio de Longo-
ria, uno de los pocos edificios
completamente modernistas
de Madrid, donde tiene su sede
la Sociedad General de Autores
Españoles, SGAE.
Esto es solo un ejemplo de la variedad de activi-
dades: arte, tiendas, bares, restaurantes, mercados y
terrazas que podemos encontrar en Chueca, el barrio
más desenfadado de Madrid. Si Madrid aún no le ha
matado, seguimos nuestro paseo por Malasaña, igual-
mente uno de los barrios más vibrantes y divertidos
de la villa.


Me gusta Malasaña, me gustas tú
Cruzando la calle Fuencarral, Chueca se convierte en
Malasaña. Este barrio es uno de los más tradiciona-
les de Madrid; recibe su nombre de la bordadora Ma-
nuela Malasaña, fusilada por las tropas francesas por
llevar unas tijeras, consideradas un arma por los sol-
dados galos. En 1808 Madrid estaba ocupada por las
tropas napoleónicas, y el 2 de mayo los madrileños se
sublevaron, a lo que los franceses respondieron con
fusilamientos un día después. De este triste suceso
dejó constancia el gran pintor español Francisco de
Goya en su cuadro Los fusilamientos del tres de mayo.
Testigos de la historia de la ciudad son las escul-
turas de los capitanes Daoíz y Velarde, héroes de la
resistencia contra las tropas francesas. La obra fue
realizada por José Solá en 1822 en mármol blanco de
Carrara, y tras muchas idas y venidas, finalmente se
ubicó junto al Arco de Monteleón, en el centro de la
Plaza del Dos de Mayo.


Esta plaza también ha sido testigo de otra revolu-
ción: la Movida madrileña. Con la muerte del dicta-
dor Franco se inició un periodo denominado como
la Transición, a comienzos de los años 80, cuando en
Madrid emergió un movimiento social y artístico
de ruptura con los esquemas establecidos por la dic-
tadura.
Este fenómeno tuvo su origen en Malasaña. Un
buen ejemplo del espíritu trasgresor de la Movida
ha sido el director de cine Pedro Almodóvar, quien
reflejó en películas como Pepi, Luci, Bom y otras chicas
del montón o Laberinto de pasiones el sentimiento rom-
pedor de esa época.
La gente está orgullosa de
nacer o vivir en Malasaña, ya
que es un barrio con mucha
identidad. En sus calles, siem-
pre llenas, se siente el ambiente
desenfadado que lo caracteriza.
Tomamos ahora la calle San
Andrés, que atraviesa práctica-
mente todo el barrio. En una
esquina encontramos la anti-
gua farmacia Juanse, con sus
preciosos azulejos que servían
de propaganda para los medi-
camentos; y más adelante, la antigua fábrica de hielo
La Industrial, con una hermosa fachada de ladrillos,
en la que funciona ahora un edificio de viviendas y
un espacio de cotrabajo (coworking), que comparten
profesionales de diferentes sectores.
Siguiendo su curso llegamos a la calle del Espíritu
Santo, donde se encuentra el restaurante Ojalá, uno
de los restaurantes de cocina fusión de la zona a buen
precio y con arena de playa incluida. Muy cerca de allí
encontramos la Casa Camacho, ideal para tomar un
vermú de grifo.
El barrio aún conserva algunos de los locales clási-
cos de la Movida. No deje de pasarse por el Penta (El
Pentagrama) en la calle La Palma, uno de los lugares
emblemáticos de este movimiento contracultural y
sitio de reunión de artistas y músicos de la época, que
lo convirtieron en uno de los templos de modernidad
de esos años. Muy cerca de aquí se encuentra La Vía
Láctea, en la calle Velarde, un sitio de lo más ochen-
tero para disfrutar de una copa al ritmo de rock, pop y
música indie. (Madrid me mata es otro de los locales
míticos; vea el recuadro de la página anterior.)
Para los amantes de los libros les tenemos una sor-
presa: “Libros para un mundo mejor” es un espacio li-
terario donde los libros ya leídos tienen una segunda
oportunidad. Aquí también hay un rincón sin igual
para comprar camisetas y regalos hechos de papel y
letras.

la muestra
, Ausstellung
las mercedarias
descalzas
, Barfüßige Merceda-
rierinnen
modernista
, Jugendstil-
desenfadado/a
, entspannt, locker
la bordadora
, Stickerin
galo/a
, französisch
dejar constancia
, Nachweis erbringen;
(hier) Zeugnis ablegen
el testigo
, Zeuge
emerger
, auftauchen, erscheinen
la ruptura
, Bruch
tra(n)sgresor
, (fig.) Grenzen über-
schreitend
rompedor
, bahnbrechend
la cocina fusión
, Fusionsküche
no deje de + infinitivo
, unbedingt + Imperativ
(Verb)
emblemático/a
, (hier) bedeutsam
ochentero/a
, typisch für die 80er
Jahre
la camiseta
, T-Shirt

La Plaza del Dos
de Mayo también
ha sido testigo de
otra revolución: la
Movida madrileña
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