El Mundo - 02.08.2019

(Jacob Rumans) #1
EL MUNDO. VIERNES 2

HOJA Nº (^22) AGOSTO DE 2019
D E V E R A N O
C R Ó N I C A N E G R A
60 metros de distancia. Un
jurado lo absolvió porque
no encontró ninguna
circunstancia contradictoria
con la ley no escrita relativa
a los duelos justos.
Hickok encarnó la
ambigüedad moral de los
hombres que, en una
época fronteriza en todos
los sentidos, lo mismo
podían portar en el pecho
la estrella de latón de la
Ley que combatir ésta. Su
origen, sin embargo, no
prefiguraba a un
heridas por ataque de oso.
Hasta inventó el duelo
singular, en una avenida
vaciada para dejar sitio a
los pistoleros, cuando, en
Springfield (Misuri, 1865),
colocó una bala en el
corazón de David Tutt a
En el póker existe una
combinación –dobles
parejas de ases y ochos–
considerada portadora de
mala suerte. La carga
supersticiosa es tal que
trasciende el póker, de
forma que la mano del
muerto, pues así se llama,
está estampada en el
casco de moteros con
voluntad forajida así
como hecha tatuaje, en la
piel de los que quieren
expresar que sienten su
destino fundido con una
forma cualquiera de
fatalismo. Asociarse uno a
esas cartas viene a ser
como aceptar que una
bala aguarda en algún
recodo del futuro.
La mano del muerto es
la que aún agarraba el
cadáver de Wild Bill
Hickok después de que
otro jugador rencoroso,
Jack McCall, le disparara
por la espalda en la nuca el
2 de agosto de 1876, en la
taberna Nuttall & Mann’s
de Deadwood (Dakota del
Sur). Cuando acudía a
jugar a ese saloon, Hickok,
que no en vano podría
haber dicho lo mismo que
el personaje de William
Munny –«Cuando veo
llegar a un hombre,
siempre creo que es
alguien que viene a
vengarse por algo que hice
en el pasado»–, solía
sentarse siempre con la
espalda pegada a una
pared y con visión sobre la
puerta de entrada. Ese día
de verano encontró
ocupadas las sillas seguras
y aceptó sentarse dando la
espalda a una puerta
detrás de la cual acechaba
oculto Jack McCall. Murió
esperando a que le fuera
repartida la quinta carta.
Cuando llegó a
Deadwood, atraído por el
oro y el juego, sin haber
cumplido todavía los
cuarenta años, Bill El
salvaje era al mismo tiempo
una leyenda abrumadora y
un pistolero algo
disminuido por una
enfermedad ocular, el
tracoma. Antes de llegar
allí, su vida fue tan intensa
como para contener por sí
sola todos los clichés
destilados por la mitología
del western. Incluidas las
POR DAVID
GISTAU
Crimenes de verano. Jugador de cartas rencoroso
y pistolero infame, se escondió detrás de la puerta
del ‘saloon’ de Deadwood al que cada día acudía
uno de los personajes reales más fascinantes del
‘Far West’ para asesinarlo a sangre fría. Presumió
de su fechoría e incluso fue absuelto en un simulacro
de juicio, pero al final se encontró con la horca
EN
SERIE
JACK
MCCALL
EL COBARDE QUE
MATÓ POR LA ESPALDA
A WILD BILL HICOCK
personaje del Far West.
Nació en una granja de
Illinois que estaba incluida
en las estaciones de lo que
se dio en llamar el
underground railroad, es
decir, los lugares
dispuestos a auxiliar y
esconder a los esclavos en
fuga. Se dice que Wild Bill,
de niño, aprendió a tirar
porque estaba convencido
de que algún día tendría
que proteger a su familia
de los esclavistas.
En cualquier caso,
aunque estaba destinado
por cuna a la existencia
estática de la granja, su
padre siempre supo que lo
perdería porque ese niño,
que aún no había obtenido
el apodo de Salvaje ni
consagrado la imagen de
los dos Colt Navy con
empuñadura de marfil
cruzados en el cinto,
estaba tentado por la
llamada de la aventura y
se quedaba mirando las
praderas hacia el Oeste
como un aspirante a
grumete de Stevenson
habría mirado el mar.
Se entregó a esa llamada
a los 17 años. Huyó a
Kansas durante el tiempo,
precursor de la Guerra
Civil, en que la tensión
entre abolicionistas y
esclavistas estalló en un
conflicto irregular,
miliciano: el Bleeding
Kansas. Combatió con los
jinetes del general Jim
Lane, en cuyas filas se hizo
amigo de William Cody,
quien más tarde fue
Buffalo Bill.
Los dos Bill servirían
juntos como exploradores
para el ejército del Norte
durante la guerra y, al
terminar ésta, se
dedicarían, también
juntos, a la caza del búfalo.
Sólo se separarían cuando
Cody derivó hacia el
espectáculo circense que
lo haría célebre. Hickok
prefirió seguir viviendo
con munición real.
Volvería a trabajar como
explorador para el ejército,
nada menos que para el 7º
de Caballería del general
Custer durante las guerras
indias. Y se haría contratar
como sheriff en diferentes
pueblos de Nebraska y
Kansas. En uno de los
cuales, Rock Creek, se
ganó definitivamente el
apodo de Salvaje después
de masacrar al clan de los
McCanles durante un
tiroteo exagerado por la
prensa. Porque, para
entonces, Hickok era un
protagonista recurrente de
las dime novels al que
atribuían hazañas y
listados de duelos ganados
y de muertos
absolutamente
hiperbólicos.
Cuando fue asesinado,
Deadwood pertenecía
todavía a un territorio
ajeno a la Ley. Por ello,
Jack McCall fue absuelto
en un simulacro de juicio
improvisado. A la
comunidad que iba
creándose no le importó
deshacerse de un pistolero
y tahúr temible.
Jack McCall se dedicó a
presumir en las tabernas
de ser el hombre que mató
a Wild Bill Hickok. Hasta
que, instaurada la Ley, le
cayó un segundo juicio,
auspiciado por un
hermano de Bill, que lo
envió al patíbulo. Muchos
años después, cuando
hubo que abrir su tumba
para trasladar los restos,
se descubrió que el
esqueleto de McCall,
como en una maldición
ultraterrenal, todavía
llevaba la soga ceñida al
cuello.
MAÑANA
CARLOS MONZÓN
EN EL PÓQUER SE
RECUERDA LA
JUGADA QUE TENÍA
HICOCK EL DÍA QUE
FUE ASESINADO: SE
LLAMA ‘LA MANO
DEL MUERTO’
Hicock (izda) y McCall (arriba).

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