El Financiero - 30.07.2019

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(^32) EL FINANCIERO Martes 30 de Julio de 2019 OPINIÓN
Dominicana, México
y la reelección presidencial
cualquier valoración, Medina
ha encabezado dos administra-
ciones bastante exitosas, que
no ha dado ninguna muestra
de autoritarismo y que de he-
cho goza de una muy amplia
popularidad entre los ciudada-
nos. Sin embargo, esos mismos
ciudadanos que aprueban su
gestión, también rechazan la
posibilidad de una tercera ree-
lección, por los consabidos ries-
gos que eso representa para la
democracia.
No es de extrañar tampoco
que los ciudadanos de otros
países de la región también
tengamos reservas justificadas
sobre la reelección de los go-
bernantes, pues contamos con
sobrada experiencia histórica y
episodios traumáticos en nues-
tra memoria colectiva que nos
recuerdan que, cuando no hay
límites democráticos, la reelec-
ción lleva a la acumulación ex-
cesiva del poder en el Ejecutivo,
y con ello a la cancelación de la
libertades políticas. Se trata de
un trauma que no ha sido supe-
rado en gran parte porque esa
fórmula de gobernar de manera
autoritaria, guardando la simu-
lación de formas democráticas,
ha sido la preferida de tiranos y
dictadores en la región.
El anuncio de Medina resulta
notable porque a pesar de la
oposición ciudadana a la reelec-
ción, los analistas políticos do-
minicanos coinciden en que el
presidente contaba con el sufi-
ciente capital político y los votos
en el Congreso para imponerse
y cambiar la Constitución para
abrir el paso a una segunda re-
elección. Sin embargo, Medina
decidió no sobrecalentar el am-
biente político y renunciar a esa
posibilidad. Un discurso público
bastó para descartar la reelec-
ción y calmar el nerviosismo.
Lo que pasa en la política do-
minicana tiene resonancias en
México por el reciente intento
de un gobernador electo de am-
pliar su mandato más allá del
período que le correspondía, en
una suerte de “reelección sin
elección”. Una oscura maniobra
política le abrió el camino le-
gal, aunque todo indica que ese
torpe manotazo a la democra-
cia será atajado por la Suprema
Corte. Con independencia del
desenlace final de este episodio,
la natural suspicacia ciudadana,
alimentada por los traumas
históricos, hicieron pensar a
muchos que se trataba de un
laboratorio para medir las posi-
bilidades de una ampliación de
mandato o reelección del Presi-
dente de la República.
Las confusas señales del Pre-
sidente y miembros del gabinete
en respuesta a este tema anima-
ron las versiones de que el hori-
zonte final de ese experimento
era la reelección presidencial.
Pero a diferencia del caso domi-
nicano, aquí no ha bastado una
declaración o un discurso para
convencer a los ciudadanos de
que no se trata de un experi-
mento reeleccionista. Para zan-
jar el asunto, el Presidente de
México ha tenido que declarar
reiteradamente que no buscará
reelegirse y firmar al menos
dos documentos públicos, uno
de ellos ante notario, para tra-
tar de convencer a una opinión
pública que se mantiene, con
razón, incrédula y preocupada.
Todo eso no ha sido suficiente
para tranquilizar el ambiente
y dar por descartado que no
existen en esta administración
ambiciones ultrasexenales.
La diferencia, en suma, es de
credibilidad.
L
a semana pasada, el presi-
dente de la República Do-
minicana, Danilo Medina,
ofreció un mensaje a la nación
para anunciar que no buscaría
ser el candidato de su partido
para las elecciones nacionales de



  1. Medina había llegado a la
    presidencia en 2012 y logró la
    reelección para un segundo tér-
    mino en 2016, tras una reforma
    constitucional hecha apenas un
    año antes. Antes de esa reforma,
    la reelección presidencial es-
    taba prohibida en la República
    Dominicana. Como en muchos
    países de América Latina, en
    Dominicana existe un fuerte
    trauma histórico vinculado con
    la reelección presidencial. El ge-
    neral Rafael Leónidas Trujillo,
    como sabemos por los registros
    históricos y por el intenso relato
    novelado de Mario Vargas Llosa
    en La Fiesta del Chivo, gobernó la
    República Dominicana, de forma
    directa o indirecta de 1930 hasta
    su asesinato en 1961. En esos
    años, Trujillo convirtió las leyes
    y la política dominicanas en ins-
    trumentos al servicio de sus am-
    biciones políticas y megalomanía


Benjamín


Hill


personales, que resultaron ser
al mismo tiempo desmedidas y
perversas, pues llegó al exceso
de cambiar de nombre a la ca-
pital Santo Domingo por el de
“Ciudad Trujillo”, de inundar al
país de monumentos y estatuas
que celebraban su grandeza, y
de ahogarlo en un baño de san-
gre que consagró su dictadura
como una de las más violentas
de la historia de América La-
tina, al nivel de otros tiranos de
naturaleza homicida como el
chileno Pinochet, el paraguayo
Stroessner, el cubano Fidel
Castro y otros sátrapas de la
misma ralea, quienes emplearon
la violencia como argumento,
aplastando a la oposición polí-
tica de sus países y torturando,
encarcelando y matando a sus
dirigentes.
Con esos antecedentes no es
de extrañar, pues, que muchos
dominicanos hayan manifes-
tado su preocupación ante las
evidentes señales que daba el
presidente Medina de buscar re-
elegirse y gobernar por un tercer
mandato consecutivo de cuatro
años. Cabe mencionar que bajo

@benxhill

Garci


@garcimonero
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