La inspiración de
sus textiles
En los meses primaverales, cuando no está
bordando, Eloísa está afanosamente traba-
jando su jardín con ayuda de Hernán. Des-
malezando, echando el abono de los corra-
les de los animales, y picando y moviendo la
tierra, para después poder contemplar y
disfrutar sus adoradas flores. Este lugar es
otro de sus rincones favoritos; poblado de
rosas de tonos amarillos y rosados, malvo-
nes, jarritos, cartuchos, nomeolvides, pan-
chitos, margaritas, conejos, flores del lazo,
gallinitas moradas, clavelinas que se van
matizando solas y aromáticas lilas. Aquí,
crece la inspiración de sus diseños textiles.
“Allí están mis flores y por eso bordo,
porque las veo a ellas, entonces me quedan
en la cabeza y las voy bordando”, comenta
sobre su proceso creativo. Pero sus favoritos
suelen ser los pensamientos, “que llevan
café y negro adentro, en el centro, y para
afuera amarillo, azul y un color violeta, ese
es especial”. Además de las mariposas y
pájaros que suelen volar desde su jardín a
sus bordados.
Así fue como dio vida a un pañuelero hecho
con una antigua bolsa harinera y que solía
guardar en un baúl de ropa, esperando su
turno para ser colgado en la casa. Sus pun-
tadas retratan una escena que seguramente
puede ver desde su ventana: dos pajaritos
que rondan los árboles frutales de su jardín.
El de la derecha se muestra tranquilo sobre
una rama, observando a su compañero que
da la impresión de que estuviera a punto de