Bordados con Historia: relatos de artefactos textiles en la cuenca del Baker

(franvidalv) #1

me aborrecían un poco por lo floja que era, ay que era floja,
no me gustaba hacer ninguna cosa más que comer bastante
e ir a tirarme al sol a dormir. Tenía como 8 años no más. Así
que después me comenzó a gustar el bordado, bordaba los
pañuelitos. ¿Papá no estará sucio su pañuelo? Decía ‘mira
lávalo’, dejaba por ahí el pañuelo sucio y yo le traía uno bor-
dado, y me empezó a querer. Dijo: ‘esa va a ser la más inteli-
gente de todas’.


Esos recuerdos, esa satisfacción de su papá, sigue fija en su
memoria y en su corazón. “Me ayudó como a despertar. Con
más razón yo le hacía cosas a él”, comenta. “Con lo loca y
floja que es, mira los bordados que hace”, dijo un día su
papá. Y no se equivocaba. Eran solo los inicios de una larga
carrera textil, que cruzó las fronteras cochraninas en 2019
con el estreno del documental Bordadoras del Baker, prota-
gonizado por ella junto con otras destacadas creadoras de
la comunidad.


Se casó a los 19 años con Pedro Troncoso Cruces. Tuvieron
once hijos, que parió en su misma casa, con ayuda de una
partera y, en ocasiones, del mismo marido, como solía ser la
tradición en el Cochrane de los años cincuenta. Compartie-
ron sus años de juventud, haciendo familia en el sector del
lago Chacabuco, en el campo vecino a la actual casa de
Eloísa. Pero finalmente esa relación matrimonial no era lo
que ella esperaba para su vida. Añoraba tener el corazón en
paz. “Hacía años que quería irme, él llegaba enojado conmi-
go y tan alunado que no podía ni hablarle; y yo con todo
hecho en la casa, su ropita planchada y me tocaba hasta
traer leña”. Recuerda que lloraba en las noches y, sin poder
dormir, muchas veces se preguntaba: “¿Por qué yo tengo
que trabajar tanto y todavía no le agrado a este hombre?”.
Los afanes de la vida traerían sus propias y sabias respues-
tas. Al cumplir 36 años, “nos apartamos”, relata Eloísa.

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