Interior n47 issuu

(revistasoberaniaalimentariayRiHoK) #1

Hidrocalipsis
Sabemos que la agricultura demanda entre
un 70-99 % del agua dulce disponible, depen-
diendo de la región. El consumo humano de agua
se encuentra entre un 7 y un 12 % del agua que
utilizamos, incluyendo los más de 47 millones
de habitantes permanentes, los 71,6 millones
de turistas (datos del INE de 2022), así como la
gran mayoría del agua de las piscinas públicas y
privadas.
Esta enorme proporción de agua dedicada a
la agricultura tiene una explicación. En tan solo
9 años hemos pasado de exportar alimentos por
un valor de 35.000 millones de euros en 2012 a
superar los 60.000 millones en 2021 (cifras del
Ministerio de Agricultura), en su mayoría mate-
rias primas sin procesar y de poco valor añadido.
Somos una gran potencia agrícola, «el huerto
y la frutería de Europa», pero, pensando en el
agua, ¿no nos parecemos más a una «zona de
sacrificio»?
Si abordamos la dimensión social, económica
y ambiental de la gestión del agua en el Estado
español, encontramos diversos ejemplos que
aclaran de qué estamos hablando. Agotamos y
secamos nuestro territorio para producir aceite en


cultivo superintensivo (que pide mucha agua) que
se exporta a granel a Italia para ser envasado allí
y obtener jugosos beneficios al venderlo en todo el
mundo como olio di oliva; Almería se desertifica
aún más mientras se salinizan sus acuíferos por
la sobreexplotación que supone que en el norte de
Europa se haya instaurado una dieta mediterrá-
nea que no corresponde con su realidad geofísica
ni su cultura gastronómica; en Huelva compro-
bamos como las extracciones ilegales de agua se
utilizan para irrigar las berries (fresa, frambuesa,
arándano y grosella) que teñirán de rojo los fru-
teros de los países europeos; en Aragón se riegan
miles de hectáreas de maíz transgénico para
alimentar los cerdos que viajarán despiezados a
China para su consumo; cultivamos alfalfa para
deshidratarla y venderla prensada a Emiratos
Árabes Unidos y Arabia Saudí, que engordan con
ella los animales que se comerán en las fiestas del
cordero; miles de litros de vino procedentes de la
vitivinicultura de regadío en Castilla-La Mancha
se convierten en alcohol etílico de uso indus-
trial para que no baje demasiado el precio del
vino, mientras las Tablas de Daimiel, un Parque
Nacional, ha pasado a ser un pardo erial que solo
incita a la huida; y la riqueza del Tajo, compartida

Un a agricultura que trate

el ag ua como bien común

La contaminación del agua y la escasez derivada del cambio climático


dificultan las perspectivas de las generaciones actuales y las futuras. Si


entendemos el agua como bien común y como un activo ecosocial, y los


ríos como las venas que irrigan y sostienen la vida allá por donde pasan,


la mirada sobre la agricultura española cambia considerablemente.


Y nos conduce a la necesidad de revisar su diseño para adaptarse


a una nueva realidad climática e hídrica con criterios ambientales


y sociales; es decir, con perspectiva de soberanía alimentaria.


Omar Olmo Bongers Chicano


Amasando la realidad


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