Interior n47 issuu

(revistasoberaniaalimentariayRiHoK) #1

y la mala «inversión» que hacemos de ella, ahora
que llueve menos y se evapora el agua con mayor
facilidad por el aumento de las temperaturas,
tenemos la tormenta perfecta. Nos encontramos
ante una encrucijada. Por un lado, el escenario
de la agricultura agroexportadora y extractivista
liderada por fondos de inversión en un turbocapi-
talismo que beneficia cada vez a menos personas
y, por el otro, la oportunidad de empezar a plani-
ficar con criterios ecosociales el uso de la escasa
tierra fértil y del agua, en un contexto en que su
disponibilidad será menguante. He aquí el dilema.
Sin tierras fértiles, sin campesinado, sin agua...,
¿cómo salimos de esta?
Las administraciones no cuestionan la estra-
tegia agroexportadora, al contrario, su actitud es
hacer lo posible por salvarla. Es un imperativo
hacer de la crisis del agua el detonante para redi-
señar las políticas alimentarias, para adaptarnos
a una nueva realidad, a la par que reconvertimos
paulatinamente el modelo agroexportador a una
agricultura que, primero, alimente a la población
local y de cercanía y que permita multiplicar el
número de personas que viven dignamente de la
agricultura manteniendo el mundo rural vivo.


Una estrategia de soberanía
alimentaria
Frente a la cultura de «propiedad» del agua,
típica del capitalismo neoliberal, podemos diseñar
propuestas bajo el paradigma del agua como un
bien común, necesario tanto para garantizar el
derecho al agua como el derecho a la alimenta-
ción. Es decir, las políticas del agua, como las de la
tierra o las semillas, deben estar conducidas por
principios de soberanía alimentaria.
¿Por dónde empezamos? En realidad, algunas
medidas ya deberían haberse adoptado, como la
eliminación de los regadíos ilegales.
En la situación actual, de extrema gravedad
climática, de extrema desigualdad entre modelos
productivos y de abandono de las zonas rura-
les, una de las políticas que deben aplicarse es el
reparto ecosocial del agua, priorizando la que se
emplea en la agricultura y la ganadería de aquellos
proyectos y fincas que producen nuestros alimen-
tos y viven en el territorio cuidando de la tierra.
Hasta la fecha no hay (o no conozco) propues-
tas concretas de cómo proceder con esta redistri-
bución del agua para la agricultura. Pero parece
lógico y urgente que, de una forma participativa,
empezáramos a plantear indicadores para llevar


a cabo este reparto ecosocial. Por ejemplo, uno
de ellos podría ser el tamaño de las fincas y el
número de unidades familiares beneficiadas con
el agua, para así poder garantizar que el uso de
cada gota permite al máximo número de personas
a vivir dignamente en el medio rural. Se trata-
ría de elaborar una ratio entre agua y población
fijada en el territorio, que podría estar relacionada
también con los rendimientos económicos; es
decir, una ratio para favorecer aquellos usos de
agua que trasladen los beneficios a las economías
familiares y locales.
Otro criterio podría ser los tipos de cultivos que
se riegan, primando los dedicados a la alimen-
tación humana de proximidad (algo relativo que
habría que establecer según el tipo de cultivo),
frente a aquellos dedicados al engorde industrial
de animales o a la exportación. También habría
que tener en cuenta el modelo agronómico que se
lleva a cabo en cada finca, ya que sabemos que los
modelos agroecológicos garantizan tanto justicia
social como la ambiental. Se trata de intervenir y
decidir como sociedad qué hacemos con el agua,
y no dejarla en manos de gestores corruptos o a
esta suerte neoliberal actual donde acabe siendo
un valor más de las bolsas internacionales.
Una vez definidos estos criterios, hay que
llevarlos a la práctica. Estos cambios deben
realizarse poco a poco y ofrecer las ayudas y el
acompañamiento necesarios para unas buenas
reconversiones o adaptaciones a nuevas prácticas
agrícolas y comerciales consecuentes con la dis-
ponibilidad de agua. Ya hay muchas herramien-
tas disponibles, como ayudas de ingreso mínimo

Hablamos, pues, de


unas transiciones


para adaptar


la producción


alimentaria a la


realidad de la


naturaleza y no al


contrario.


Amasando la realidad


35

Free download pdf