Interior n47 issuu

(revistasoberaniaalimentariayRiHoK) #1

si solo prevalecen los argumentos económicos y
políticos a la hora de usar la Vivacidad y a quien
la hace posible. Cuando poco sería más preciso
y precioso que un conocimiento sensible empa-
pando toda gestión hídrica. O, si se prefiere, una
consideración muy especial del Agua como nece-
saria entidad con derechos jurídicos. Como ya
sucede en algunos ríos neozelandeses. No ser pro-
piedad más que de ella misma. Elevarla a la con-
dición de bien público por excelencia. Esa primera
propiedad que es no ser propiedad de nadie. 
Pero gobierna la ignorancia. 
El resultado lo tenemos a la vista: escasez,
envenenamientos, inquina y eriales dándole
zarpazos a todo lo ácueo, que es la fundacional
riqueza de todo colectivo humano.
Por lo mismo, ha de comenzar a manar tam-
bién la complicidad directa; es decir, la emocional,
pero no menos la sensatez. Se conseguiría así otro


tipo de lluvia: la reciprocidad, en suma, la que sin
duda ha inspirado este poema:

La sed del agua


El agua también tiene sed.
Sed de miradas admiradas.
Sed de cauces sin tapias.
Sed de sedientos limpios. 
Sed de riegos ajustados.
Sed de sorbos de Vida.
Sed de soñadores despiertos.
Y solo nosotros, los humanos,
tan desierto,
podemos dar de beber al agua.

En fin. 
Comencemos a paliar la indudable amenaza
de colapso hídrico con más conocimiento, más
admiración y más respeto. No nos insultemos lla-
mando y considerando al agua como un recurso.
Si la primera tarea y destreza del Agua es rejuve-
necer incesantemente el mundo, acerquémonos al
menos a tan inmejorable propósito naciendo con
las nacientes. 
 Gracias y que el agua os atalante, pues no otro
propósito se esconde en su sencilla complejidad. 

Naturalista y escritor

La peor de las


sequías es la falta


de ideas, de respeto,


de conocimientos,


comprensión y, sobre


todo, de identificación.


Joaquín Araújo 


Río Arga en Puente la Reina (Navarra).
Foto: Francesc La Roca

Amasando la realidad


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