—Así es —expresó Kun con seriedad. Se acercó a Caluti, y agregó
—: Cuando iba a la escuela me enseñaron que esto era ilegal. Nos dijeron
que el general Octanius Raxán lo prohibió. ¿Qué es todo esto, Caluti? ¿Qué
es lo que nos quieres obligar a hacer?... ¿Una matanza?
Él simplemente guardaba silencio. Cuando de pronto volteó dando
la espalda a todos. Este juntó sus manos hacia atrás, y expresó: lo que
hacemos no es precisamente algo legal. ¿Por qué creen que estamos
operando en un edificio subterráneo?... ¿Por qué creen que realizamos estos
experimentos a escondidas del gobierno?
—¡Lo sé! —reclamó Kun, quien observaba aterrado sus propias
manos—. ¡Pero esto es diferente! Con los experimentos... no matamos a
nadie.
El pelirrojo guardó silencio después de argumentar eso, expresando
en su rostro cierta tristeza.
—Tú eres el menos indicado para decir eso. —Caluti seguía
dándoles la espalda—. Muchacho, le arrancaste las extremidades a un
hombre, y no conforme con eso, pateaste su cabeza decapitada.
Cuando Lucas y Lu oyeron aquello, estos abrieron más grande los
ojos, estupefactos por lo que Caluti acababa de decir. Entonces sus miradas
inmediatamente se dirigieron a Kun, quien, percatándose de que lo
observaban, apretó los puños y gritó furioso con el ceño fruncido.
—¡¡Pero esto es diferente!!
Caluti volteó para verlo.
—¿A qué te refieres con “diferente”? Asesinaste a dos personas. —
Él se acercó a Kun—. Eres un monstruo igual que esos criminales. Eres, al
fin y al cabo... igual que yo.
La expresión de Kun cambió; este pasó de estar furioso a sentirse
avergonzado. Entonces inclinó la vista al suelo pensando que de ahí en
adelante sus nuevos amigos lo mirarían con asco, y que lo rechazarían por
el sanguinario pasado que escondía.
—¡Aquel hombre mató y violó a mi hermana! —Kun ya no pudo
contener sus lágrimas, y en su rostro expresaba profunda impotencia y dolor
—. ¡Yo solo!... ¡Yo solo quería vengarla! Yo... no lo maté... sin razón.