—¿Cómo podría faltar a algo así? —respondió él, sonriendo y
fingiendo seguridad.
Sus amigos saludaron a Uriel, aunque no pensaban que estaría ahí
con ellos. Había mucha gente; adolescentes y adultos aglomerados frente a
un escenario en el que se encontraba de pie un presentador. Delante de este
se extendía una pantalla holográfica. El sujeto se dispuso a explicar todo lo
relacionado acerca de ese nuevo modelo tecnológico. A Samuel y a sus
amigos les brillaban los ojos, denotando mucha alegría en sus rostros. Sin
embargo, Uriel no parecía disfrutarlo.
—¡Chammy, Chammy!... ¡Quiego id at baño! —decía Uriel,
estirando el pantalón de su hermano para llamar su atención.
Samuel estaba tan concentrado en las palabras del presentador, y
muy emocionado por el evento, que perdió la noción del tiempo. Él no
escuchaba el llanto de Uriel. La algarabía del ambiente hizo que se olvidara
completamente de su pequeño hermano. El niño ya no aguantaba, frotaba
una con otra sus piernitas para poder resistir, pero al no soportarlo más,
decidió ir solo al sanitario. El pequeño soltó a su hermano y caminó entre la
multitud, alejándose de Samuel. De camino al baño vio a un pequeño gato,
al cual persiguió emocionado, sin importarle que haya mojado sus
pantalones.
Uriel dejó de llorar, solamente quería jugar con el felino. El gato
huyó asustado, así que este decidió seguirlo. El presentador dejó de hablar.
La música se detuvo. Todos escucharon el chillido de unos neumáticos,
segundos antes de oír el impacto de un vehículo. Hubo un silencio
perturbador entre las personas. Samuel, al igual que todos, volteó en
dirección al estruendoso sonido. Inmediatamente inclinó su mirada hacia
abajo; queriendo proteger a Uriel, pero su hermanito ya no estaba a su lado.
—¿U-Uriel?... —Los ojos de Samuel expresaban terror. Su cuerpo
comenzó a temblar—. ¡Uriel!... ¡¿Dónde estás?!... ¡Uriel!
—¡Sam!... ¡¿Qué pasó?! —preguntó asustado uno de sus amigos.
—¡Mi hermanito!... ¡Mi hermano Uriel! —gritaba Samuel, mirando
desesperado a su alrededor.
—¿¡Qué!? ¡Pero estaba contigo! —exclamó su otro amigo.