Esmeralda cambió su expresión y le sonrió de vuelta. Ella, tosiendo
y fingiendo estar frustrada, respondió: eres... un maldito, ¡claro que estamos
a mano!
Los dos hicieron las paces mientras Samuel los miraba desde atrás.
En ese instante él entendió que se encontraba muy por debajo de ellos y que
había una conexión natural entre ambos; como si se conociesen desde hacía
tiempo. Sam comprendió que esos dos estaban a un nivel completamente
superior al de cualquier persona.
—Sup... —Ella tosió—. Supongo... que no puedo culparte. Esta
marca que me dejaste en el cuello solo significa una cosa...
Morgan escuchaba en silencio mientras ella continuaba hablando.
—Significa que con la habilidad que despertaste... podremos
derrotar a Caluti.
—Lo haremos —afirmó él seriamente.
La puerta de la habitación se abrió en tanto ellos conversaban. Los
tres voltearon inmediatamente y Samuel se apresuró a ponerse de pie.
Boldort entró acompañado de un robot de proporciones cuadradas.
La máquina inteligente tenía ciento cincuenta centímetros de alto, y
arrastraba consigo una mesa metálica con rueditas. El mueble era de un
metro de largo, y en la parte superior se veían varios recipientes
transparentes con comida. Abajo disponía de un par de gavetas que
contenían los utensilios. También había toallas y ropas nuevas en el interior
de una de esas pequeñas puertas metálicas.
—Me alegra que ya estén más animados —dijo Boldort sonriente.
Luego añadió—: Les traje comida y ropa limpia. Observarlos a través de las
cámaras me hizo pensar que debían estar bastante cansados. Quizás esa es
la razón por la que casi se matan entre ustedes. ¡Ah! ¡Por cierto!... Esta es
Sully; mi robot cocinera y confeccionista.
Morgan, quien seguía muy sudado, dio unos pasos al frente en lo
que Sully pasaba de largo y comenzaba rápidamente a colocar los platos y
cubiertos sobre la mesa del centro. Boldort se detuvo y miró fijamente al
joven, diciendo: has cambiado, muchacho... Tienes la misma mirada que
tenía tu padre.
—¿Se refiere a mi padre Declan?