—¡¿O sea que fui tu puta rata de laboratorio?! ¡Vaya forma barata
de querer justificarte!—protestó Cleman en tono amigable.
—¿Cómo?... ¿No lo habían hecho antes? —preguntó Sam.
—Sí lo hicimos, pero con ratas, perros, gatos y otros animales...
Nunca lo habíamos probado en seres humanos.
—Supongo que también lo hicieron con los reos de la cárcel —
comentó Esmeralda fulminándolos con la mirada.
—No puedo hablar de lo que no sé —respondió Belton para
defenderse.
—¡Aun así, me parece una tecnología asombrosa! —dijo Samuel
muy emocionado.
—Aunque les resulte inverosímil, la verdad es que lo fabricaron con
tecnología desconocida. No se sabe el nombre del proveedor, pero algunos
rumorean que es uno de los hombres poderosos, sin embargo... nunca se
supo quien fue.
››Dejando eso de lado, todavía es una triste desventaja el hecho de
que el tiempo de resurrección sea tan limitado, aunque eso es mejor que
nada.
Esmeralda fijó la vista en el aparato.
Lo siento, viejo borracho... no podré revivirte. En verdad fuiste un
gran aliado, pensó recordando a su amigo Boldort, luego se dispuso a
hablar.
—En realidad, oficiales, yo sí les creo. Pues, yo misma soy el
resultado de múltiples experimentos químicos, así que no me sorprende el
hecho de que hayan desarrollado algo como eso.
Belton estaba asombrado por la frialdad y facilidad con la que
Esmeralda se tomó el asunto. Ella continuó hablando.
—Miren, señores. Sé que esta charla es muy fraternal y amigable,
pero tengo asuntos más importantes. Así que... —Ella miró a Cleman—. Si
no quieres morir por segunda vez, te ordeno que tú y tus estúpidos agentes
nos dejen ir.
—¡¡¿Estás loca, maldita criminal?!!... ¡Pasarás de aquí sobre mi
cadáver! —gritó uno de los cinco policías que se encontraban detrás.
—Bueno... —La chica activó su casco—. tú lo pediste.