estaba completamente sudoroso, este respiraba con dificultad y cansancio.
Sin embargo, después de recuperar el aliento, miró con lamento a Caluti.
—¡Francis! ¡Has llevado esto demasiado lejos! ¡Esto no es una
revolución!... ¡¡Es la destrucción de Eumaria!!
—Doctor Magnus, ¿qué está haciendo aquí? —preguntó Caluti muy
confundido.
—¡Francis! ¡Detén toda esta locura!... —Magnus tragó saliva—.
¡Yo!... ¡Yo fui quien extirpó las bombas que estaban implantadas en los
chicos!
Al escuchar eso, el magnate abrió aún más los ojos con
incredulidad. Magnus siguió hablando.
—Aun cuando me dijiste que lo hacías por tu seguridad, yo
simplemente no pude permitir algo así. Después de todo... ¡¡Estos modelos
también son mi creación!!
—¡¡¡Maldito viejo traidor!!! —exclamó Caluti disparándole la
última carga de plasma que le quedaba.
Morgan reaccionó lo más rápido posible, pero cuando llegó junto al
doctor, el anciano ya había recibido el rayo en la zona de sus costillas.
Aunque la descarga plasmática no fue tan potente, aun así el doctor tosía
mucha sangre, pues quedó malherido debido a su edad. Morgan estaba a su
lado, sujetando su cabeza desde atrás. De repente, el viejo extendió su brazo
y tocó el rostro del chico.
—Yo... Yo solo soy... un monstruo. —El doctor siguió tosiendo
sangre, ya no tenía casi fuerzas—. Solo estoy... pagando por mis... errores.
Morgan permanecía en silencio. Caluti gatillaba la pistola en
dirección a ellos, pero su arma ya no tenía carga.
—¡Hombres! ¡Dispárenles! —ordenaba, pero nadie se movía.
Todos estaban helados al ver esa escena. Ni siquiera los chicos
supieron qué hacer. Magnus sacó dos chips de su bolsillo, y con mucha
dificultad, se lo entregó a Morgan.
—Perdónenme... por lo que les hice. Mi amor por la ciencia... llegó
demasiado lejos. Esos chips... —Él volvió a toser—. Son para Lucas y Lu...
Dáselos por... favor. Deben colocárselos en... sus cuellos.