EUMARIA

(AV) #1

El chico logró coger el arma y arrastró al coloso consigo. Ambos
cayeron por la baranda metálica. Nordok no recibió ningún rasguño gracias
a su piel acorazada, pero una de las barras desgarró el abdomen de Morgan.
El orain, pensando que el chico moriría, saltó cincuenta metros y alcanzó la
nave voladora para escapar con Caluti.


En ese lapso, Kun ya había matado a veinte policías, mientras que
los gemelos apenas habían acabado con cuatro de ellos. Se escuchaban
gritos y disparos. En ese instante, Esmeralda se comunicó con Morgan.
—¡M... gan! ¡¿Me escu...as?! ¡¿Q.. está pasan... allí?!
—¡Esmeralda!... —Él se quitó la barra metálica de su cuerpo—.
¡Caluti escapó!


Nordok dio un rugido victorioso desde lo lejos.
—Mor... ¡No te... cucho! ¡Hay demasi... inter... encia en la señ...!
¡Hemos... un misil des... aquí! ¡¿Qué... cedió?!


—¡Las bombas!... —El limario ya se había terminado de regenerar
—. ¡Las bombas fueron extirpadas de nuestros cuerpos! ¡Magnus nos salvó!
¡Estamos en la azotea! ¡El doctor Magnus murió!... ¡Protéjanse!


Morgan se levantó frustrado, viendo cómo las siluetas de Caluti y de
Nordok se hacían cada vez más pequeñas. Miró hacia atrás y vio que la
azotea estaba llena de sangre, con balas repartidas por el suelo. Había
cadáveres de policías por todos lados; algunos yacían sin cabezas, otros sin
piernas, varios incluso estaban partidos por la mitad.


El traje de Kun se encontraba manchado casi por completo de
sangre. Lucas estaba sentado y bastante exhausto. Lu se hallaba de pie,
igualmente cansado.
El limario caminó hacia la baranda destruida y observó el disturbio
en las calles. Veía edificios y vehículos quemándose, mientras la gente
corría de un lugar a otro. Observaba a los presos matar al azar a los
paronios que se encontraban por el camino. Lu, rengueando, se acercó a
Morgan, y ambos contemplaban impotentes el caos que su padrastro
ocasionó.


—Sabes, yo quería matar a Caluti, pero no para vengar a los que
murieron en el crucero —dijo Lu mientras desactivaba su casco. Luego
agregó—: Pues... a mí no me motiva algo tan estúpido como la venganza.

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